El empeño por leer en el barrio del Limonar

La Asociación de Vecinos Limonar-Caleta está empleándose a fondo para conseguir movilizar a los vecinos, y también a los políticos, con el objetivo de que el barrio cuente por fin con una biblioteca, al ser una zona con muchos colegios y niños. Recordemos que el Partido Popular ha prometido para esta legislatura un equipamiento público y que el concejal de Málaga Este, Julio Andrade, ha confirmado en este diario que acogería una biblioteca.

La campaña en la plataforma change.org sigue su marcha y ahora, la asociación ha dado una vuelta de tuerca con lo que llama el Efecto Biblioteca, para compararlo con el Efecto Mariposa, con lo que la instalación de este equipamiento cultural en el barrio daría una increíble cosecha: «Siembra bibliotecas y recoge humanistas, filántropos…», aducen en internet.

En El Limonar discrepan del tópico que afirma que todo barrio con habitantes, sólo en teoría, sin problemas económicos, es una suerte de comuna autosuficiente sin necesidad de equipamientos públicos. La necesidad de una biblioteca pública municipal en el barrio es evidente. Las más de 600 firmas recogidas en un mes entre internet y la calle así lo demuestran. El Efecto Biblioteca se está dejando notar.

El pulso

Ustedes perdonarán esta pequeña arenga, pero cada vez que hay elecciones, el firmante realiza una suerte de pequeña etapa de la ruta jacobea, un paseo por doce colegios electorales de Málaga y varios distritos, para eso que encanta a los periodistas con complejo de médicos: tomar el pulso a la actualidad. Y el pulso del enfermo estaba el pasado domingo bastante débil, aunque de vez en cuando se acelerara por el mosqueo.

Los más veteranos recordarán los tiempos de ilusión por el estreno democrático, la libertad sin ira y toda la carga de felicidad que traía la Transición. Todo eso se ha ido difuminando y el domingo lo que había era un cabreo soterrado, como el metro, pero que de vez en cuando salía a la superficie, ya fuera en Nuevo San Andrés, en Carranque o en El Palo.

Los políticos que esta semana analicen los resultados sin tener en cuenta este hartazgo puede que no capten el mensaje nada sutil que el 26 muchos de los votantes consultados les lanzaban: pónganse de acuerdo o iremos a unas terceras elecciones.

El domingo, el autor de estas líneas pudo hablar con un joven de 82 años, enchaquetado y lleno de ilusión, que había trabajado 30 años de encofrador en Francia, obligado a emigrar de Málaga en los años 60. Juan González, que así se llama, recordaba los tiempos en los que se hacía ilusionado 100 kilómetros para poder votar en el consulado español más cercano, en el arranque de la Democracia.

Aunque un servidor no entiende de encuestas, el 26, durante la etapa jacobea. el mensaje más repetido era: «Formen gobierno, que el país no está para bollos». ¿Lo harán por Juan?