De los veranos en Devon y el caparazón

25 Jun

En los 80, el veraneo en el sur de Inglaterra de un grupo de niños malagueños abrió sus fronteras mentales. Ahora, los ingleses deciden cerrar las suyas.

En los años 80, un grupo de privilegiados adolescentes de Málaga pasaba sus veranos en una idílica zona de la costa inglesa, en el condado de Devon, donde la aparición del sol era un acontecimiento tan jubiloso, que medio pueblo, desprovisto de camisas y camisetas, tomaba los cerros cubiertos de hierba para tratar de absorberlo con toda la intensidad del mundo, por si no regresaba en semanas.

Estos quinceañeros descubrieron sabores distintos, libros, películas y costumbres exóticas que enriquecieron sus vidas. Incluso celebraron, en la más perfecta armonía y deportividad, la conmemoración del 400 aniversario de la derrota de la Armada Invencible, consistente en la quema de una réplica de un galeón español en aguas del Canal de Bristol.

Uno de esos niños, con un flequillo que nunca volverá, era un servidor, que de esos veranos volvió a España curado de todo nacionalismo y patrioterismo, porque constató que ninguna comunidad de personas es superior o inferior a otra y comprobó la buena gente, amable, educada y cariñosa que abundaba en ese rincón del planeta.

Esta experiencia, además de dejar al firmante con unos parientes ingleses para toda la vida –la familia que tan bien le acogió– le abrió las fronteras mentales y como anécdota, le sirvió con los años para alimentar las tramas de dos novelitas de humor, una por llegar, las dos situadas en una imaginaria colonia española en el sur de Inglaterra. En Devon, por supuesto.

Por eso, ahora que el Reino Unido acaba de encerrarse en su caparazón tras dar la espalda a sus vecinos europeos y a confiar en lo que le depare su desaparecido imperio, a un servidor le cuesta reconocer una tierra en la que han vencido los patriotas carpetovetónicos. Es la misma sensación de estupor ante la moderna Cataluña, hoy tan influida por el aldeanismo identitario.

Al firmante sólo le queda confiar en que algún día Inglaterra se sacuda el nacionalismo de los hombros y vuelva con nosotros, esos niños de Málaga que nunca la olvidaron.

Colonia cervantina

Hablando del rey de Roma, los llanitos son andaluces de bandera inglesa. Los tres siglos de dominio británico han forjado un pueblecito gaditano inmerso en el realismo mágico, un rincón de Andalucía con descendientes de emigrantes malteses y genoveses que obedecen las indicaciones de los bobbies. El sueño de todo antropólogo, ensombrecido únicamente por los trapicheos financieros.

Gibraltar debería pertenecer a España y Gran Bretaña porque, tomando el título de la novela ejemplar de Cervantes, es La española inglesa.

Ojalá que la retrógrada decisión de los británicos de salir de la UE al menos sirva para encarrilar esta bonita meta. Pero tendríamos que llegar a ella sin chanchullos fiscales ni sociedades opacas. Y ahí estará el gran obstáculo: tanto o más que la identidad, la pasta.

Una respuesta a «De los veranos en Devon y el caparazón»

  1. Magnifico tu artículo de Devon, de Gibraltar, de…, con esas alusiones a tu novela del «crimen on the…» Y en fin, Alfonso, que te has forjado un impar prestigio entre quienes te leemos.
    Ya me dirás qué tal te fue por la Cueva de Montesinos…
    Un cordial abrazo.

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