Volcados como están nuestros políticos en la tele de entretenimiento, un baile colectivo reivindicativo podría hacer que se interesaran por el Convento de la Trinidad.
La semana pasada esta sección se detenía en la preocupante deriva de los candidatos políticos, cada vez más azuzados por la televisión a convertirse en showmen capaces de simpatizar con la mayor cantidad de personas, antes que a demostrar su valía como estadistas y gestores de dinero ajeno.
Para ellos, resulta primordial contestar de forma ingeniosa a Trancas y Barrancas (las hormigas catódicas) antes que a una pregunta parlamentaria o a un escándalo entre sus filas. Y así nos va. Pero al fin y al cabo, estos políticos superficiales, enganchados en su mayoría a la cosa pública desde su más tierna juventud, y sin ganas de probar suerte en el aciago mercado laboral, son el reflejo de la sociedad española.
Por eso, en estas dos semanas de show electoral no sería mala idea que las decenas de colectivos que reclaman la recuperación del olvidado Convento de la Trinidad invitaran a los candidatos a participar en un flashmob, palabreja inglesa que no es otra cosa que un baile multitudinario con la misma coreografía para todos. A ver si con este gancho facilón el mayor número de partidos se compromete de una vez a recuperar este perdido Bien de Interés Cultural que, como Fernando Alonso, no termina de arrancar.
El pasado domingo, La Opinión se hacía eco del libro publicado tras más de una década de investigación sobre el Convento de la Trinidad por los frailes trinitarios Bonifacio Porres y Ángel García Rodríguez, este último, antiguo capellán de la cárcel de Alhaurín de la Torre. Precisamente fue el padre Ángel quien, además de lamentar el abandono del monumento destacaba: «Nuestra tarea ha sido indagar en la Historia. Ahora le toca a los malagueños cuidar de este tesoro».
Por parte de los malagueños quizás pero está por ver que los políticos malagueños lo cuiden e incluso que sean conscientes de que se trata de nuestro patrimonio histórico artístico.
Si echamos un rápido vistazo a los tres principales conventos, el de Capuchinos sigue albergando dependencias policiales, la Trinidad continúa en la inopia tras unos cuantos años de promesas políticas incumplidas y sólo el Convento del Perchel empieza a asomar la cabeza con un serio proyecto de rehabilitación, años después de que el Ayuntamiento cambiara de opinión, a causa de la presión vecinal, y no decidiera demolerlo.
No estaría nada mal, por tanto, un numerito musical reivindicativo en la Calzada de la Trinidad, en el que pudieran demostrar sus dotes de Fred Astaire y Ginger Rogers los hombres y mujeres que los próximos años regirán los destinos de España.
Visto el panorama de la política como espectáculo para las masas, es la única manera estos días de llamar su atención. Suerte.
Elecciones
El Día de la Marmota.