La eliminación del semáforo del Parque, frente al Málaga Palacio, que va para largo, ha propiciado el estrés y la bajada de kilos de usuarios en pos del autobús.
El hecho de usar de forma diaria el transporte público, además de evitarte absurdas discusiones de tráfico, tan irracionales como las broncas futboleras, permite observar bastante al personal y detectar cuándo está tan estresado y cabreado como un conductor en un atasco. Y esta situación se está produciendo varias veces al día desde que, hace unos meses, nuestras autoridades decidieron cortar el semáforo del Parque, a la altura del Hotel Málaga Palacio.
Los peatones más optimistas confiaban en que el corte estaría ligado a las obras de peatonalización del entorno de la Catedral, pero con la llegada de los naranjos y la marcha de los camiones, el paso de cebra ha continuado igual de inaccesible.
En realidad, ha sido una medida relacionada con las obras del metro. Para no enfollonar más la situación del tráfico se ha optado por darle fluidez en este punto y evitar así más atascos de la cuenta. Los daños colaterales, qué le vamos a hacer, son los peatones. Porque aunque se ha colocado un semáforo justo al otro, a pocos metros, frente al edificio de la Diputación, el estrés ha aumentado para los cientos de peatones que quieren llegar a tiempo y coger el autobús en esa zona, donde les aguardan un montón de paradas, la mayoría para el Este de Málaga.
Y así, donde antes había que cruzar un semáforo, ahora hay que cruzar dos para llegar al mismo punto, de ahí que en estos meses haya aumentado en Málaga el número de clientes de la EMT que al mismo tiempo son esprintadores, pues a diario realizan sus cálculos mentales para cruzar los dos semáforos y llegar a la parada cuando el autobús ya asoma por el monumento al marqués de Larios.
Yo no sé por qué protesta tanto la gente porque se prioricen los coches por esta medida si lo que estamos consiguiendo es, ante todo, usuarios más esbeltos.
El no poder subirse a ese autobús que pasa por delante porque tienen que cruzar hasta la plaza de la Marina y luego aguardar a que se ponga en verde el semáforo para cruzar al Parque está dejando por el camino muchos kilos de más.
Lo verdaderamente preocupante es el caso de esos peatones que, tercos como mulas y bastante inconscientes, siguen haciendo como si este semáforo no se hubiera anulado y cruzan por mitad de la carretera… y que arda Roma.
El caso más numeroso de inconsciencia colectiva pudo verlo el firmante la semana pasada, cuando un grupo de unos 30 viajeros de la tercera edad atravesó a la carrera el Paseo del Parque para subirse al autobús del viaje organizado que los esperaba.
Habrá que acostumbrarse a las carreritas adelgazantes, al menos hasta el 2018, pero nunca a jugarse el tipo en una de las vías más concurridas de Málaga.
Cine Astoria
Un pecio cinematográfico varado en la zona más peliculero de la ciudad.