En el barrio de San José todavía pervive parte de un camino de tierra que conduce al psiquiátrico de San Juan de Dios y que termina al otro lado en el túnel de San José.
Hace no tantos años, la finca de San José era casi el finisterre para los malagueños. Más allá del veterano psiquiátrico de los Hermanos de San Juan de Dios sólo se encontraba la finca de La Concepción. Dos núcleos que de forma deliberada se habían desarrollado buscando las afueras de Málaga, el pleno campo, en busca de aislamiento, aire puro y, claro, tranquilidad.
En nuestros días, la red de carreteras y el avance de la ciudad han hecho que formen parte del núcleo urbano e incluso que una línea de autobús, la 2, y desde el año pasado unas aceras, permitan llegar a La Concepción sin que haga falta el coche.
Pero sin necesidad de entrar en el Jardín Botánico-Histórico y perderse por él, existen enclaves en esta zona que pueden considerarse una premonición del campo, y suponen para el paseante curioso un aliciente porque, probablemente, para él será una zona inexplorada de Málaga.
Todo esto lo encontramos en el barrio de San José, en el que hoy abundan los chalés de grandes dimensiones pero también curiosas extensiones de terreno como la de la calle Papiro, a la que podemos entrar por la calle dedicada al desaparecido arquitecto Francisco Peñalosa. Ahí nos topamos con una gran parcela verde en la que se aprecia que los vecinos la han querido convertir en un vergel y más adelante, en el cauce seco del arroyo del Sastre, con dos hermosos ejemplares de jacaranda montando guardia. Justo por encima zumba la autovía. Estamos bordeando, además de un arroyo, una importante red viaria, pero el campo lo contrarrestra todo.
Mas no es esta la parte más llamativa de San José. La sorpresa la encontramos un poco más arriba, al cruzar una estepa polvorienta sin asomo de civilización y descubrir por un cartel municipal que se trata del Camino de la Adelfilla. No hay rastro de adelfas en este páramo pero sí a la derecha, al subir una suave loma y descubrir el antiguo camino, un sendero de tierra cuajado de adelfas y acebuches.
A lo lejos se ve el gran muro que rodea el psiquiátrico de San José y a medida que el paseante avanza en dirección al mar, el zumbido del tráfico aumenta. No hay ningún enigma. Este plácido camino muere de forma abrupta para dejar paso al túnel de San José, que pasa justo debajo, con el techo perlado de adelfas que han resistido la gran obra de la autovía.
En dirección contraria nada detiene e camino, que cumple su cometido y llega justamente a las puertas del psiquiátrico de los Hermanos de San Juan de Dios. La antigua senda de las adelfas pervive, para disfrute de los vecinos y quien conozca este agradable secreto.
Lástima que también lo compartan antropoides que se dedican a dejar a su aire electrodomésticos y objetos de todo pelaje. Tan abandonado está este paraje que los objetos abandonados se encuentran semienterrados y forman túmulos. De esta forma, una nevera encara el paso de los siglos. No todo iba a ser perfecto.