En mitad del paseo marítimo se alza la antigua chimenea de la Unión Española de Explosivos, a la espera de la, parece, pronta urbanización del entorno.
Es posible que los historiadores del futuro daten la entrada del Ayuntamiento de Málaga en el selecto club de los consistorios civilizados de Europa el 19 de noviembre de 2004. En esa fecha una nota de prensa anunciaba que la Junta de Gobierno Local había aprobado suspender el otorgamiento de licencias urbanísticas de demolición de chimeneas industriales en el término municipal de Málaga.
El anuncio es meritorio porque se producía en mitad de la fiebre del ladrillo, cuyas secuelas urbanísticas, jurídicas y económicas todavía las estamos padeciendo. Recordemos también que por aquel entonces, según reconocía el propio Ayuntamiento, eran susceptibles de derribo las chimeneas de la antigua Colema y de la fábrica del Tarajal, monumento del patrimonio industrial malagueño que alguna década de este siglo dejará de ser un despojo para transformase en un equipamiento digno para la ciudad.
Doce años después de ese anuncio civilizador, en el paseo marítimo de Poniente una chimenea industrial permanece a la cuarta pregunta, a la espera de que la anunciada urbanización del entorno: dos bloques de pisos.
Estamos hablando de la chimenea de la Unión Española de Explosivos o de la Cros, que podemos encontrar justo enfrente de la antigua Tabacalera. Rodeada de banderolas de promotoras –algunas sólo con la estructura, sin las banderolas– y protegida por una valla, esto no impide que algunos cabestros del grafiti hayan hecho de las suyas en la base, así que luce pintadas pantagruélicas.
La chimenea es una de las más antiguas de Málaga, de la década de 1880, y es lo único que queda de un complejo químico que comenzó por entonces: primero, la fábrica de petróleo La Concepción, al lado una fábrica para producir abono (La Trinidad) y años después pólvora y ácido nítrico, con un desfile de propietarios, entre otros, la mencionada Unión Española de Explosivos y en la última etapa la Cros.
El complejo se cerró en los años 70, informa la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga, cuyo presidente, Juan Antonio Ruiz, explicaba ayer a esta sección que pudo contemplar el proyecto de la zona y a su juicio la chimenea quedará demasiado próxima a los bloques, aunque sin llegar a los extremos de la de Sevillana en la Malagueta.
La que presenta un buen estado de revista es la vecina chimenea de la fundición de plomo Los Guindos de cien metros de altura –durante un tiempo la más alta de España– y que fue restaurada en 2008 por el Ayuntamiento. Lo único que parece atraer a los gamberros, como las bombillas a las polillas, son los cristales colocados en la base y que lucen desde pegatinas hasta pintadas que no nos desvelan a ningún Ortega y Gasset, pues encontramos frases como «Vaca hasta el fin del mundo», de difícil impacto intelectual.
Eso sí, el mundo mejoró el 19 de marzo de 2004 porque nuestro Ayuntamiento se convirtió en una institución menos asilvestrada. Y que la racha continúe.