El ministro de Cultura y la consejera del ramo sorprendieron por el relax con el que posaron ante los fotógrafos, a años luz de las habituales tiesuras museísticas
Por alguna extraña razón, los políticos suelen posar tiesos como espárragos en los espacios museísticos. Consulten fotos de los últimos lustros y verán cómo los representantes públicos suelen posar ante las cámaras con el mismo relax que Torrijos y sus hombres en las playas del Bulto, y disculpen la comparación.
Quizás sea la profusión de cuadros, esculturas y de arte en general lo que les provoque la tiesura, un espacio reservado para las musas (de ellas viene la palabra museo) que está a años luz del día a día de muchos de ellos, más centrados en buscarles las narices al Ayuntamiento o la Junta, sin olvidar el poco artístico mundo de las comisiones, plenos, sesiones parlamentarias y licitaciones.
Los políticos en los museos suelen pegar menos que la Caballé en un concierto de Mojinos Escozíos y se les nota a la legua.
Además, el día en el que se exijan exámenes de cultura general para ser político habrá muchas sorpresas pero por algo tan simple como que nuestros cargos electos o digitales (nombrados a dedo) son el reflejo de nuestra sociedad, que no se encuentra precisamente en la cúspide del desarrollo intelectual.
Pero hay excepciones a tanta tiesura y al no saber estar. Sin ir más lejos, el ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo y de la consejera del ramo, Rosa Aguilar al Palacio de la Aduana la pasada semana.
Como saben, los dos visitaron Málaga para la simbólica entrega a la Junta de la gestión administrativa del palacio por parte del Gobierno Central. Y, en lugar de posar como suele ser habitual, como si estuvieran a punto de pasarles revista en el Campamento Benítez –algunos incluso con pose de defensas en una barrera antes de que tiren una falta, con las manos protegiendo las partes pudendas– el ministro y la consejera optaron por aparecer mucho más relajados, sentados de manera informal en un banco sin respaldo, de los que se usan para extasiarse delante de los cuadros.
La pose recordaba a uno de los personajes del famoso cuadro de Monet, Almuerzo sobre la hierba. El director Jean Renoir, en una película maravillosa de título parecido, La comida sobre la hierba, aborda precisamente la vida de un científico que abandona las tiesuras para conocer cómo es la vida en la naturaleza sin tantos protocolos.
El acto de la entrega de las llaves en la Aduana fue también el de la humanización de los políticos que, sin perder la dignidad del cargo, a la hora de posar para los fotógrafos optaron por no lucir cual integrantes de un futbolín, como suele ser la norma.
La pose confiada transmite, por otro lado, confianza. Anunciaron que la Aduana se abrirá este año y uno esta incluso por creerles.
¿La solución?
Un amable y sarcástico lector propone un servicio de burros-taxi al Hospital Civil que zanje la polémica del transporte en la zona.