Un coleccionista salmantino expone sus trajes de cine y televisión ambientados en la época de Cervantes. Hasta el 7 de mayo en el Archivo Municipal.
En un reciente libro sobre impostores en el Siglo de las Luces, publicado por Cátedra, se aborda la picaresca de quienes, únicamente con un disfraz, se hacían pasar por personas de otra clase social para medrar.
También ocurría por supuesto en el Siglo de las Luces. En el prólogo de sus Trabajos de Persiles y Sigismunda, Miguel de Cervantes menciona a un «estudiante pardal, porque todo venía vestido de pardo». Eran los también llamados «pardillos» por esa vestimenta tan tradicional entre quienes hincaban los codos y no tenían muchos recursos (también había campesinos pardos o pardillos).
Cada clase social tenía unas vestimentas identificativas, por eso bastaba con que alguien se vistiera de noble o de alta dignidad eclesiástica para hacerse pasar por él y engañar al personal, aunque sus modales fueran los de un rufián.
La compartimentación textil no existe en nuestros días y todos sabemos que incluso detrás de un joven con aspecto de alelado y pantalones vaqueros con agujeros puede encontrarse Borja Thyssen.
Esta disquisición viene a cuento por la estupenda exposición sobre la moda en tiempos de Cervantes que hasta el 7 de mayo puede verse en el Archivo Municipal. Y como no podía ser menos, están separados en salas distintas las vestimentas de los nobles, reyes y emperadores de las de los personajes del Quijote, incluido su autor, que aparece escribiendo el famoso inicio de su obra con un vestido sobrio y oscuro, con algunas trazas verdes en las mangas.
Tenemos también el traje que luciría el hidalgo Don Quijote y hasta Dulcinea (no la confundan con Aldonza Lorenzo); el uniforme de capitán de los tercios de Flandes y en la sala regia trajes de Don Juan de Austria, del emperador Carlos V, el traje de boda de la emperatriz Isabel de Portugal…..
Sedas, terciopelos, brocados, damasquinados… todo el lujo de la corte del que el pasado martes los alumnos de un colegio no perdían detalle.
Fuentes del Archivo Municipal comentan que los trajes son propiedad de un coleccionista de Salamanca que compra los trajes en los rodajes de cine y televisión.
La muestra se completa con joyas, espadas, monedas, la reproducción de una imprenta del siglo XVI y, cómo no, con un facsímil de la segunda parte del Quijote que es casi una clonación del original.
Ha habido muchas quejas por la somnolencia institucional con la que en España se ha afrontado el cuarto centenario de la muerte de Cervantes. Puede que en las altas instancias –donde la obra de don Miguel queda desbancada por los periódicos deportivos– haya sido así pero no es el caso de Málaga, donde se han multiplicado los actos conmemorativos y ahí está toda la riada de actividades municipales de los próximos meses y la estupenda exposición Málaga y Cervantes: la Espada y la Pluma que se inauguró hace unos días en el edificio de Italcable.
Miguel de Cervantes, Miguel de Unamuno y Miguel Hernández. Tres grandes de la Literatura hecha de afanes y modos de fe ( o de dudas, o de crianzas…) que nunca acabarán de ser reconocidos como debieran. La forma de honrar a sus genios de este país suele ser ignorarlos, con harta frecuencia.
Gracias, Alfonso, por tus palabras de cada día.