Dan ganas de pasear a los señores diputados por Málaga para mostrarles los tesoros botánicos, a ver si se airean y no nos castigan con más elecciones.
La lluvia había tapizado ayer de un naranja intenso el suelo de los Jardines de Ben Gabirol, bajo la copa de la eritrina, el árbol del coral. Esos colores intensos que la primavera deja en el cielo de Málaga bajan a la tierra con los chaparrones y antes de que las flores se conviertan en un magma listo para el barrendero nos dejan sus últimos fulgores.
El mismo espectáculo se repetía en otros lugares de la ciudad: alfombras de flores. El autor de estas líneas, antes de que descendieran a la tierra para apagarse lentamente, se dio un paseo bajo las flores tropicales de Capuchinos, las que exhiben las bauhinias, que en el mes de abril convierten la calle Eduardo Domínguez Ávila en una de las más bonitas de España, como alguna vez hemos comentado en esta sección.
En las recomendaciones que la Academia Malagueña de Ciencias hace al Plan Director del Arbolado de la Ciudad de Málaga destaca cinco características de los árboles de Málaga que no deberían perderse: Más del 90% son de hoja perenne o semiperenne, la gran diferencia de nuestra ciudad con otra del interior de España; hay un gran número de palmeras de varias especies; presencia de árboles exóticos de la clase Liliatas como el ave del paraíso gigante o los bambúes; profusión de arbustos y trepadoras de floración casi continua del tipo de los pacíficos, las lantanas, las buganvillas o las bignonias y por último, presencia de árboles exóticos de flores grandes o vistosas como la de los distintos tipos de palo borracho, las jacarandas, las mencionadas eritrinas o las bauhinias.
Las flores que da la bauhinia recuerdan a las de la orquídea, por eso se le conoce también como árbol orquídea. Aunque este año la lluvia y el viento no han permitido que luzcan tanto, el espectáculo de pasear bajo estas flores blancas y rosas en el corazón de Capuchinos no deja de ser una de las experiencias más gratas de la primavera en Málaga, sobre todo si se comienza en la plaza de Capuchinos, y eso que las jacarandas todavía no están en flor y puede decirse que la primavera calienta motores para el gran espectáculo de mayo.
Y uno pasea bajo esta escolta floral, perfilada en el cielo, mientras se cruza con malagueños absortos ante la pantalla del móvil, capaces únicamente de sortear a los peatones y que se pierden este gran regalo de la Naturaleza, no tan atractiva para ellos como una aplicación gratuita.
Pasear ayer por esa misma calle, transformada en un tapiz rosa y blanco, convierte en secundario un show tan poco gratificante como el del Congreso, donde diputados con sueldos de ensueño el único color que parecen aplicar a sus vidas es el de las líneas rojas.
Dan ganas de montarlos en el autobús turístico, mostrarles los tesoros botánicos de Málaga y confiar en que sus mentes obtusas y adormecidas se despejen y lleguen a acuerdos de una vez. No caerá esa breva, sólo la flor de la bauhinia. Cuando la Política resulta impresentable consolémonos con la Botánica.