En unos ocho años hemos pasado de que Bernardo de Gálvez nos sonara a pariente lejano del doctor Gálvez a que del estadista de Macharaviaya conozcamos casi todos los aspectos de su vida y sólo nos falta averiguar el número que calzaba –si no hay ya alguna investigación en marcha–.
Además, como adelantó La Opinión hace un par de meses, se está gestando ya una película sobre su figura y hace un par de semanas una productora compró los derechos de una reciente novela sobre el malagueño con vistas a hacer una película de televisión, así que estos dos proyectos, el primero forjado por el malagueño y académicos Carlos Taillefer, no se pisarán.
Todos los planetas están alineados para favorecer la causa de Bernardo de Gálvez, con su retrato al fin en el Congreso de los Estados Unidos y con un monumento a los Gálvez, ya realizado por Jaime Pimentel y que se instalará en la Explanada de la Estación. En cuanto a la fecha de inauguración, es imposible saberlo pero si esa conjunción de genios del Congreso de los Diputados no se pone de acuerdo, no se extrañen que se inaugure poco antes de las próximas elecciones, las que tendremos que padecer el domingo 26 de junio (a ver quién es el guapo que, tras la exhibición de estos políticos-prodigio, las califica de fiesta de la Democracia).
De cualquier forma, estas líneas vienen a cuento porque la fiebre por Bernardo de Gálvez puede verse también en el pueblo cordobés de Santaella, en un trabajo de Francisco Alijo Hidalgo para la revista anual del Ayuntamiento de Santaella. La obra es muy atractiva porque indaga en los antepasados de los Gálvez.
Vamos por partes: los Gálvez son originarios de Guernica, en Vizcaya pero algunos de ellos terminaron en Santaella porque participaron en la conquista del pueblo con el ejército de Fernando III el Santo, y no hablamos de antes de ayer: fue en 1240. Lo curioso es que para conquistar la villa, unos escalaron sus muros y otros, que no se fueron por las ramas, lo hicieron por un postigo o puerta.
De este modo, en Santaella hubo a partir de entonces dos ramas: los Gálvez a secas (los de muro) y los Gálvez del Postigo, de los que no hay que dar más explicaciones.
Fueron pasando los años e incluso los siglos y en tiempos de Felipe II uno de estos Gálvez del pueblo cordobés, Alonso de Gálvez, se alistó con otros caballeros de Santaella en la guerra contra los moriscos en la Alpujarra, a la órdenes del marqués de Vélez.
Por distinguirse en la guerra, Alonso de Gálvez recibió unas casas en Benaque y Macharaviaya, además de varias viñas y haciendas. Tomó posesión de ellas en 1576. La mayoría de los repobladores eran de hecho de Santaella y entre ellos había seis con el apellido De Gálvez.
Descendiente de esta familia de guerreros y conquistadores, los Gálvez de Macharaviaya no se quedaron atrás en hazañas y en el siglo XVIII llegarían a marcar los destinos de México y de los nacientes Estados Unidos.
En las guerras de Granada, y en las de Italia con Gonzalo Fernández de Córdoba, se forjaron la mayoría de los grandes conquistadores del Nuevo Mundo.