La calle Priego y la dentadura de los políticos

9 Abr

Tres enormes contenedores de la calle Priego, que llenaban las casas más próximas de olores indescriptibles y ratas, han sido trasladados a otros lares.

Hay un debate, más viejo que los sombreros de paja, sobre si los medios de comunicación deben dar muchas noticias negativas sobre su ciudad o por el contrario, tender a ensalzar lo que hagan los responsables de turno y con ello, ensalzar la ciudad.

Con lo segundo, desde luego, se obtienen sonrisas de satisfacción institucional y seguro que algún detallito publicitario. Pero contemplar las dentaduras de los responsables públicos no es un motivo lo suficientemente atractivo como para dar sentido al trabajo de un servidor, que está convencido de que la crítica constructiva funciona a la hora de mejorar una ciudad. Y desde luego, todavía no se ha demostrado que un artículo en forma de alabanza cortesana arregle baches y solucione los problemas más candentes de los vecinos, por mucha exhibición dental que provoque.

Esta introducción tan propia de un dentista viene al caso porque en agosto de 2014 el firmante escribió uno de los titulares menos glamurosos de su carrera profesional: Hartos de ratas junto a la calle Mármoles. El titular, hay que admitirlo, está a años luz de los aires tecnológicos de Málaga Valley y también del ¿¡Málaga cómo te quiero!?, pero resumió el hartazgo de los vecinos de la calle Priego, que en ese momento llevaban ocho añitos con una maldición que no solventaba ni el flautista de Hamelin.

El caso es que esta calle albergaba tres grandes contenedores de basura junto a un solar abandonado en cuyo interior se apreciaba ya una vegetación propia de Indochina. Contenedores y solar dejado a su aire es una ecuación en la que la x la forman, obviamente, las ratas. Por este motivo, las viviendas sociales de la Junta que hay enfrente tenían que tener los balcones cerrados todo el año.

Como forma de protesta, una vecina llevó a la Junta de Andalucía una bolsa con uno de estos bichos criando malvas. Además, los vecinos trataron de frenar el tráfico ilegal de ratas repellando con cemento el muro del solar abandonado, que recordaba a un colador.

Como ven, un problema preocupante que había que titular de forma rotunda para que alguien recogiera el guante, aunque le rechinaran los dientes. Y hay que felicitar al Ayuntamiento porque los contenedores tomaron las de Villadiego.

Los vecinos consultados ayer confirmaron que lo único que preocupa ya es que la calle se limpie con más frecuencia y en cuanto al solar, no estaría mal que el propietario o bien la Gerencia de Urbanismo de forma subsidiaria, transformara este bosque tropical en gestación en una estepa.

En fin, que este tipo de periodismo, poco glamuroso, a veces da estas pequeñas alegrías, bien grandes para los sufridos vecinos.

La otra manquita

La escultura de la mujer que acompaña el busto del escritor Arturo Reyes volvió a perder la mano, y no fue queriendo.

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