La zona botellonera del monte presentaba ayer una suciedad bastante más reducida de lo normal, aunque la basura continúa pegada a la Alcazaba.
Los criminólogos de la basura, y quizás exista ya esta especialización en alguna serie de televisión, es posible que con sólo escrutar una bolsa destinada a Limasa averigüen mucho más que cualquier simple mortal de los habitantes de la casa de la que procede.
Y si hablamos de campo abierto, puede que logren sacar conclusiones de una basura que para cualquier mortal sólo es basura espurreada. La disposición de la basura es un enigma para un servidor, pero algunas conclusiones básicas se pueden sacar. Y así, es tradición de esta sección realizar tres o cuatro paseos al año por la zona botellonera de Gibralfaro y dar fe de su estado, que casi siempre suele ser lamentable.
La última ronda, realizada ayer, se produce después de que el Consistorio convocara hace dos meses un concurso para la limpieza diaria del cerro, incluidos los fines de semana. El presupuesto, 2,5 millones de euros en cuatro años.
La buena noticia es que la zona botellonera, la más próxima a la calle Mundo Nuevo, no presenta los índices habituales de porquería. No ha desaparecido, ni mucho menos, pero el número de botellas y latas ha disminuido bastante. El objeto más voluminoso dejado a su suerte es un palé de manera en lo alto del túnel.
Se observa, eso sí, una zona preocupante en las inmediaciones del muro de la coracha terrestre que une la Alcazaba con Gibralfaro. Se aprecian las huellas de una fogata muy reciente, un círculo de piedras con restos carbonizados en el interior. Debe de haberse encendido muy entrada la noche, pues la hoguera está también bastante próxima al mencionado túnel de Mundo Nuevo y podría haber testigos del acto vandálico.
Y da la impresión de que utilizan el mismo espacio indigentes y botelloneros, pues arrimado al muro de la Alcazaba dormita una especie de alfombra y al lado hay tirada basura de todo tipo, incluido un gran cubo. Como hemos explicado en alguna ocasión, la basura baja ladera abajo y la muralla de la fortaleza hace de triste tope.
Y aquí, un detalle para los criminólogos de la basura: hay tirado en el suelo un periódico gratuito del 10 de marzo de este año. Eso son 20 días sin que la limpieza municipal lo envíe al redil del papel reciclado.
Todo esto nos empuja a concluir que, a no ser que este periódico del día 10 les haya pasado desapercibido a los empleados municipales, esta parte del monte no luce tan sucia como acostumbra, en realidad porque los botelloneros no lo han frecuentado como debieran. El frío, el mal tiempo y la Semana Santa pueden ser algunos factores que hayan frenado a los vándalos.
Está por ver, por tanto, cuándo se produce esa ansiada limpieza diaria y si la llegada del buen tiempo no supondrá un aumento del bebercio y de paso, de los restos sólidos de la juerga. Que los criminólogos de la basura tomen nota.