La plaza de la Lex Flavia Malacitana, con algunos ramalazos de Gaudí, reluce estos días gracias a la hermosura de sus árboles del coral.
Hay algo de Parque Güell de Barcelona en la fuente con forma de media esfera de la plaza de la Lex Flavia Malacitana, frente al Conservatorio Superior de Música, con sus mosaicos de colores aunque, eso sí, no se aprecian dragones salidos de la mente de Gaudí, habría sido demasiado notorio.
Si alguien se imagina que con ese nombre, la Lex Flavia, la plaza ajardinada iba a contar con un templo romano de imitación se llevará un chasco que podrá olvidar si contempla, por ejemplo, una suntuosa villa del Candado, asomada a la carretera de salida de Málaga, que si no imita un templo romano es porque emula a un templo griego, esculturas de dioses en el frontón incluido.
Eso sí, los amantes de los jardines disfrutarán en esta plaza sobre todo por la presencia de varios árboles del coral (Erythrina crista-galli) que llenan de colorido, en concreto de un fastuoso rojo intenso, el mes de marzo. Con los árboles desprovistos de hojas, nada desvía la atención de sus esplendorosas flores recortadas sobre el cielo.
Es tal el despliegue de colores, entre el frontal de cerámica gaudiana y los árboles del coral, que hasta se olvida la presencia de una desangelada pérgola con aspecto de traquea metálica que corona la plaza. Sigue la moda malaguita de instalar pérgolas que no sirven para nada, sin la necesaria y hermosa cubierta de enredaderas.
El resto del espacio tiene brachichiton, parterres con setos, palmeras y algunos ficus. Pero el conjunto es lo suficientemente atractivo como para que sea una de las zonas verdes más concurridas de Málaga, aunque no hay que olvidar la urbanización que tiene detrás. Si hay un momento para visitar la plaza este es: marzo ventoso y, antes del abril lluvioso, ya florecido.
Sobre el hocico
Hace unos días el Ayuntamiento redujo a una explanada horizontal el ondulado paso de cebra que conecta la plaza de la Merced con la calle Granada. La asociación de vecinos de la plaza de la Merced había denunciado la presencia de un par de cráteres de tráfico que habían convertido el oficio de peatón en una profesión de riesgo. Con la llamada al orden de estos hundimientos se puede ya cruzar a la Casa Natal de Picasso o a la iglesia en la que se bautizó el pintor con la cabeza alta, sin miedo, en suma, a dar un hocicazo nada artístico.
El testigo
Una vez más, el monumento a Arturo Reyes junto al Hotel Málaga Palacio amaneció hace unos días exhibiendo un elemento extraño a la composición original, que nunca tuvo en mente su autor, Adrián Risueño. Se trata de un folio enrollado, a modo de testigo de una carrera de relevos, que en la mano lucía la mujer que acompaña al escultor. Lo curioso es que, examinando el papel, parecía un artículo de prensa. Esto pasa, concluirán algunos, por dar ideas.