Jugarse el tipo para entrar en tu barrio

16 Mar

Lo de Leonardo di Caprio en El Renacido es una estancia en un balnerario comparado con el camino peatonal que conecta Olletas con Monte Dorado.

Hay experiencias que, por mucho que te las cuente un sufrido vecino, no conoces el alcance de su padecimiento hasta que lo padeces en tus carnes. En octubre de 2010, la sección Línea Directa del periódico acompañó a un vecino en la arriesgada tarea de ir a pie desde su barrio, Monte Dorado hasta la vecina zona de Olletas.

Seis años más tarde, el firmante repitió la experiencia y les puede asegurar que lo que pasa Leonardo di Caprio en la película El renacido es una estancia en la Clínica Buchinger comparado con lo que los vecinos de Monte Dorado llevan padeciendo desde hace 30 años, cuando nació la barriada.

Porque pese a las promesas municipales, que han sido muchas, así que resultan tan cansinas como de vago cumplimiento, el trayecto desde Fuente Olletas hasta Monte Dorado sólo cuenta con tramos aislados de aceras a partir de la calle Decano Ignacio Alaminos. Y hablamos de una carretera que también utilizan niños, aunque, todo hay que decirlo, la peligrosidad es tan alta que muchos vecinos han tirado la toalla y se han rendido al dios automóvil.

Porque no es ya la inseguridad de tener que caminar por un arcén mientras los coches vuelan a pocos centímetros de tu esqueleto, es que llega un tramo en el que al malagueño o visitante de a pie sólo le queda la posiblidad de saltar a una pequeña acequia y avanzar por ahí. Es la única senda practicable en un tramo en el que la carretera, el Camino de Colmenar, se estrecha y recuerda a un Cañón del Colorado malaguita con dos recias paredes montañosas a los lados.

Tengan en cuenta además que la acequia o más bien aliviadero de agua no está impoluto así que cuenta con aportes de roca y tierras que convierten el acceso al barrio en un paseo alpino. El problema no sólo lo tiene Monte Dorado, también la urbanización Balcón de Olletas, que está un poco antes de este desfiladero.

Además, durante la caminata el peatón deberá pasar de un lado a otro de la carretera porque la acera lo mismo aparece a babor que reaparece a estribor.

Los vecinos de Monte Dorado llevan varios lustros pidiendo aceras, al tiempo que el Ayuntamiento les responde que sí, que las tendrán muy pronto. Pocas veces se ha escenificado tan bien por una administración el famoso cuento de Pedro y el lobo. El día que lleguen –y todo es posible de aquí a 25 años– nadie acudirá a la inauguración porque no se lo creerán.

No consideran estos vecinos que rebajar o eliminar una de las paredes rocosas de ese desfiladero –en realidad pura fachada, porque no hay apenas montaña detrás– sea tan cara como un puente de Calatrava. Pero sólo hay promesas y buenas palabras.

Así que ya saben, si quieren ir andando hasta este barrio de Málaga cojan mejor un taxi, el coche privado o un ala delta. A pie se desaconseja salvo si usted se llama Leonardo y aspira a ganar un oscar. Suerte.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.