Una humillante oferta turística de Nueva York propone visitar el Bronx en una especie autobuses blindados. Esta filosofía se ha trasladado a una fuente malaguita.
Una de las ofertas más humillantes y por desgracia exitosas del turismo en Nueva York es una visita al barrio del Bronx a bordo de una especie de transporte blindado. Los turistas se adentran en ese barrio con fama de conflictivo en un autobús con barrotes en las ventanas, no les vaya a saltar y a morder algún vecino. Pocas diferencias hay con un safari fotográfico por África.
Imagínense algo así por Europa. Como Woody Allen sostiene que los europeos solemos adoptar con entusiasmo las modas más chungas de su país, descuiden que algún día estos paseos blindados se adoptarán y lo mismo los vemos en las zonas más problemáticas de Málaga.
En cualquier caso, algo de esta filosofía podemos ver en el lucimiento de un mismo mobiliario urbano: la fuente de la Olla. Del modelo original, diseñado por el famoso ingeniero José María de Sancha en 1877, con la llegada del agua a Torremolinos, nos quedan dos fuentes con destinos muy distintos dentro de la ciudad. De ellas se puede decir a grandes rasgos que son tan antiguas como los ficus de la Alameda.
La primera, la fuente más viajera, se encontraba originalmente en La Malagueta, de allí fue trasladada, en 1961, a la plaza del Carbón, hasta que las obras de desmejoramiento de las plazas del Siglo, el Carbón y el cardenal Spínola en 2005, obligaron a trasladarla a un depósito municipal. Como informó en su día esta misma sección, se estudió ponerla en el Pasaje de Chinitas y delante del Museo Revello de Toro, pero finalmente acabó en la plaza de las Cuatro Esquinas, en El Palo, un barrio que contó con una de estas fuentes en la misma zona hasta mediados del siglo pasado.
Y desde 2012 allí sigue, acompañada por un discreto pero bonito ajardinamiento circular a base de cicas y espinas de Cristo con flores de un color rojo intenso.
El estado que presenta la otra fuente superviviente, la de la plaza de Montes, en la Trinidad, es bien distinto. Situada sobre un pilón, el entonces concejal Diego Maldonado tuvo que enrejarlo para evitar que se convirtiera en una escombrera, fase por la que pasó la hoy recuperada fuente del Tempus Fugit, junto al Cementerio de San Miguel.
El resultado es una especie de fuente-sarcófago antivandálica, lo que no evita que luzca algunas pintadas. Lo milagroso es que la fuente de hierro permanezca intacta, todavía con esos dos soportes planos tan característicos que no son un adorno sino que servían para que los vecinos colocaran sus cántaros y se sirvieran, en unos tiempos en los que el agua corriente era un capricho de ricos.
Así que ya ven qué dos destinos más distintos. La fuente de la Olla del Palo, ajardinada y en el sitio más concurrido del barrio mientras que la de la Trinidad, posiblemente en su emplazamiento original, luce como si estuviera en el rincón más conflictivo del Bronx, ese que hay que visitar como quien fotografía a los leones… no vayan a atacarla homínidos del siglo XXI.