Las únicas obras en 2016 en este castigado espacio son unas piedras amontonadas que emulan las del Torcal, adornadas con símbolos del Tibet o Nepal.
En una ocasión, el firmante asistió en Madrid a una conferencia del padre jesuita José María Pilón, experto en Parapsicología. El padre Pilón comenzó la charla con estas palabras: «Yo en esta vida he visto de todo, hasta mesas subir las escaleras». Por supuesto, se hizo el silencio en el auditorio.
En otra ocasión, el autor de estas líneas entrevistó al enviado del Dalai Lama para América Latina, quien declaró que logró levitar alguna vez mientras meditaba y que, exiliado como estaba del Tibet tras la invasión china, mediante la meditación conseguía ver lo que en ese instante hacía su hermana en Lhasa y eso atenuaba la separación.
No parece un misterio parapsicológico y sí un mejunje pseudotibetano la presencia de varias agrupaciones de piedras colocadas una encima de otras en la abandonada zona del antiguo camping de los Baños del Carmen. Como se recordará, tanto Costas, como la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento están haciendo esfuerzos ímprobos para mejorar este espacio público. Nos queda la tranquilidad de que, la última vez que se coordinaron en el litoral de Málaga capital estas administraciones hicieron posible los chiringuitos ciclópeos de La Caleta y La Malagueta. Tremendo.
Mientras tanto, las únicas obras de mejora urbanística de 2016 han sido estas piedras que recuerdan a las del Torcal de Antequera, con la importante diferencia de que están adornadas con letras tibetanas o cuando menos inspiradas en la estética tibetano-nepalí y eso, claro, a ojo de buen cubero pues las letras se las traen.
Las que sí están escritas en alfabeto occidental y en una especie de spagnolo o itañol son frases como «Medito meditazion» o «per todo amore» y palabras sueltas que parecen sacadas de un libro de Paulo Coelho: «Equilibrio», «Amor», «Forza», «Rispetto», «Salute», «Armonía», justo lo que necesita todo el Congreso de los Diputados.
También hay piedras decoradas con arabescos (o más bien, tibetanescos) y está a medio tallar el tronco cortado de un eucalipto, en el que se aprecia algún símbolo tántrico…o vaya usted a saber lo que simboliza.
Se intuye en esta labor, en todo caso, un gazpacho artístico inspirado por el mal de altura de Lhasa y Katmandú. La playa de las piedras tibetanas se completa con la presencia de varias sillas de estilo ignoto (¿Luis XV?, ¿Felipe VI?), que subraya el esmero y la atención que nuestras administraciones ponen en el mantenimiento y buen estado de los Baños del Carmen.
Menos mal que nos queda la rocalla del Balneario, los restos del viejo puerto decimonónico desde el que partían las grandes piedras para el nuevo puerto de Málaga. En él encontramos –en la parte no cubierta por el agua– litronas de cristal enteras o hechas pedazos, aerosoles y latas varias. A fin de cuentas, un oasis de relativa limpieza si comparamos el estercolero en que se ha convertido el resto de Málaga por la huelga de Limasa.