Las vitrinas de la primera planta del Ayuntamiento exhiben los regalos institucionales más variados e incluso inquietantes
El seguimiento el pasado domingo de la negociación maratoniana sobre la huelga de Limasa en el Ayuntamiento fue una ocasión propicia para ver, durante horas, entrar y salir del despacho de la alcaldía a directivos de Limasa, concejales y sindicalistas unidos por un propósito común: visitar los servicios, y no hablamos de los mínimos.
Con semejante panorama, cualquier distracción es buena, y la planta primera del Ayuntamiento atesora unas vitrinas con los regalos protocolarios de las últimas décadas. Se trata de obsequios de todo pelaje, algunos muy dignos; otros, capaces de alimentar la hostilidad entre los pueblos, pues no se sabe muy bien si se busca reforzar los lazos de amistad o dar un desplante a la ciudad.
Aquí va un repaso a los más curiosos. En cualquier caso, se trata de una iniciativa del anterior jefe de Protocolo, el admirado Rafael Illa, que quiso dar la máxima transparencia a este tipo de regalos exhibiéndolos en el Consistorio.
El que más llama la atención es un artefacto digno de Conan el Bárbaro y Juego de Tronos: una maza de madera con pinchos artísticamente decorada, pero capaz de dejar sin algunos dedos del pie al alcalde que se le caiga encima. Más que el propósito del regalo, habría que analizar qué personas eligieron este artefacto como obsequio institucional. El único consuelo que nos queda es que se conserva bajo llave en una vitrina municipal y no en las manos de Donald Trump o del zangolotino de Corea del Norte.
Por lo demás, hay una réplica, parece que de plata, de la carabela de Colón. El motivo no puede ser más llamativo: el agradecimiento de la Diputación de Huelva al Ayuntamiento de Málaga por el apoyo a la organización en 2001 del concurso de belleza Linda de España. Eran tiempos de vacas gordas. Hoy se habrían ahorrado la carabela con un whatsapp dando las gracias.
Es llamativo también un puñal enmarcado que luce todavía la pegatina «souvenir du Maroc». La sucesión de vitrinas demuestra además, en forma de obsequios, la tan manida sobriedad castellana, en este caso burgalesa, en forma de pequeñas maquetas de la Catedral de Burgos, el arco de San Martín y el monasterio de Silos, al que no le falta el famoso ciprés.
Y junto a la maza, el autor de estas líneas escogería como regalo institucional más curioso el que en 1977 realizó el malagueño José Morante, el desaparecido presidente del Grupo de Amigos Bañistas de Invierno, suponemos que al entonces alcalde de Málaga Luis Merino.
José Morante, amigo de los regalos originales, le obsequió con una piedra blanca en la que pintó a mano el emblema de la Unión de Centro Democrático, la UCD, con el eslogan de las primeras elecciones democráticas, las generales de junio de ese año: «La vía segura a la Democracia». Un regalo atípico para ese tiempo de ilusión y que hoy ha pasado a la categoría de pieza histórica, algo que quizás no ocurra con una Puerta de Alcalá de metacrilato, otro de los regalos sorpresa.