De la necesidad de pasar a Andersen por la ITV

16 Feb

Inaugurado en 2005, el monumento a Andersen necesita un repaso, en concreto la tarima con unas placas descuajaringadas y otra desaparecida.

Hace más de una década que la princesa Benedikte de Dinamarca, acompañada por el alcalde de Málaga, inauguró la escultura a Hans Christian Andersen, en la Acera de la Marina. Durante esa jornada, y como no podía ser menos, la princesa visitó también el colegio que lleva el nombre del cuentista en Málaga, hoy, felizmente situado junto a una bonita zona verde, antes un descampado junto a las vías del tren en la Cruz del Humilladero.

A Andersen le envuelve un halo hecho de algodón de fresa que ha suavizado no sólo su figura sino también sus cuentos. Nada se le puede reprochar en este último aspecto al danés, que se limitó a seguir la tradición de los Hermanos Grimm o de Perrault y escribió unos cuentos muchos de los cuales hoy serían políticamente incorrectos, como el famoso de las zapatillas rojas, que terminan con la mala de turno con las zapatillas al rojo vivo, lo que le provocaría algo más que una visita urgente al podólogo.

En cuanto a su figura, ahora sabemos que Han Christian Andersen era un gorrón capaz de quedarse los meses que hicieran falta en casa de su colega Charles Dickens, además de un escritor muy presumido que si alabó Málaga fue, mayormente, porque en ella vivían muchas colonias de extranjeros, incluidos daneses, que conocían y alababan su obra, algo que no pasaba en la mayor parte de España, donde era un completo desconocido.

De cualquier forma, ahí está ese piropo secular que lanzó a Málaga y que se ha recogido en parte en la placa que acompaña a la escultura. La frase completa reza: «En ninguna parte de España me sentí tan feliz y tan en casa como en Málaga. Las costumbres de sus gentes, su temperamento, el ancho mar, todo ello, tan necesario y rico para mí, lo encontré allí. Y es más, encontré algo todavía más importante: gente amable y comprensiva». Y habría que añadir, «tan amables y comprensivos que hasta conocían mis escritos».

En cualquier caso, la escultura causó impacto porque se inscribe en la tendencia actual de «coleguee con el homenajeado», así que no son pocos los turistas que, al igual que hacen con la escultura de Picasso, se suben en las rodillas del danés, le besan y toquetean o le abrazan como si fueran amigos de toda la vida.

Realizada por el escultor José María Córdoba, con patito feo incluido, el paso del tiempo y tantos cariñitos han dejado al descubierto la pátina pero lo que evidencia que el monumento ya necesita algo de mantenimiento lo encontramos en la pequeña tarima sobre la que está instalado.

De ella ha volado hace tiempo una pequeña placa, posiblemente la del sello de la fundición antequerana donde se realizó la obra y está a punto de descuajaringarse del todo la doble placa que informa del nombre del escultor pero que también incluye el piropo que el autor de La reina de las nieves (Frozen en versión Disney) lanzó a nuestra ciudad.

Pasados 11 años de su regreso a Málaga, Andersen debe pasar por la ITV.

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