En el siglo XX Málaga perdió el tercer jardín botánico más antiguo de España pero en el XXI ha incorporado uno con muy buenas perspectivas: el de la UMA.
Quizás muchos no sepan que Málaga llegó a tener el tercer jardín botánico más antiguo de España, después del Real Jardín Botánico de Madrid y el de la Universidad de Valencia.
Los invasores franceses enriquecieron el jardín dieciochesco del convento de San Felipe Neri con plantas de medio mundo y con los años se fue convirtiendo en un jardín botánico visitado por ministros y extranjeros, famoso por la facilidad con la que crecían plantas exóticas como el árbol del cacao o el cafeto. Por desgracia, la ampliación de los campos de deportes el siglo pasado acabaron prácticamente con el jardín botánico, que ya era una sombra de lo que fue hacia 1930, como recuerdan en un trabajo los botánicos Blanca Lasso de la Vega y Alfredo Asensi.
De este fastuoso rincón verde de calle Gaona nos queda, todavía en pie, un viejo aguacate de ramas frondosas, reforzado por unas vigas, como ejemplar más valioso, del que esta sección publicó una foto en junio del año pasado.
Pero si el siglo XX supuso la desaparición del viejo jardín botánico de San Felipe Neri, que llegó a contar con cerca de 800 especies, Málaga disfruta ahora mismo de dos jardines botánicos. El más conocido es el jardín botánico histórico de La Concepción pero desde hace poco más de una década tenemos el jardín botánico de la Universidad, entre las facultades de Ciencias y Filosofía y Letras, promovido precisamente por el catedrático de Botánica Alfredo Asensi.
Inaugurado en 2005, quizás lo único que necesita sea la renovación de algunos cartelitos informativos de plantas, ilegibles por descoloridos y una manita de pintura a los módulos de la entrada.
Ayer, en pleno mes de febrero, había plantas en floración y dos grupos de colegiales lo recorrían acompañados del guía, para poder reconocer la planta de la que se extrae el papiro o admirar el rojo intenso de las flores –o más bien inflorescencias– del limpiatubos.
En esta época de exámenes se ve a algunos estudiantes que pasean, seguramente para calmar los nervios antes del examen, en un entorno que en pleno invierno luce una apariencia tropical, con plantas de Malasia, Indonesia, Sudamérica o el sur de África como la famosa nuez moscada, que en estos días invernales exhibe una espectacular floración de color blanco y rosa que recuerda a los almendros en flor.
Y cómo no, en el centro, mientras detrás se perfila la copa de la preciosa araucaria australiana, la estructura de hierro del umbráculo, la cúpula dedicada al gran botánico de la época musulmana Ibn Al-Baytar, nacido al parecer en Benalmádena.
Hablábamos de exotismo en pleno mes de febrero. Ahí están las delicadas flores blancas de la planta medicinal justicia de India o el ombú de ramas que trazan intrincados dibujos en el cielo y raíces como futuros oleoductos. Se nos marchó el jardín botánico de San Felipe Neri pero el de la Universidad tiene un gran futuro por delante.