El azar de vivir en Málaga y otros meneos del destino

25 Ene

El reciente baile telúrico de San Vito nos recuerda que incluso los problemas más enquistados de Málaga son relativos. Buena ocasión para pensar y también reír.

Acostumbrados como estamos en Málaga a ligar la palabra terremoto únicamente con Terremoto de Jerez (padre e hijo), los meneos telúricos de ayer nos han hecho recordar que somos fruto del azar. Por eso, no hay que olvidar que si a los fenicios no les hubiera dado por detenerse justo aquí, en lo que entonces era una península alargada que se adentraba en el mar, ni siquiera habría nacido esta ciudad y hoy no estaríamos hablando de los terrenos de Repsol, de los problemas de Limasa y La Cónsula ni mucho menos de Málaga Smart City.

Cuestiones como la conclusión de la Catedral, la coordinación con Sevilla o la derrota por la mínima ante el F.C. Barcelona sencillamente no se plantearían en este rincón del mundo entre dos placas tectónicas, que a eso habríamos quedado reducidos.

De los temblores de 1884 nos queda como recuerdo el remate desplazado de sitio del obelisco a Torrijos. Cuando fue restaurado hace unos años el Ayuntamiento decidió mantener el remate en la misma posición como recuerdo de esa desgracia natural.

Eran, menos mal, otros tiempos y otra forma de construir. Los movimientos de la noche del domingo algunos malagueños los comparaban con el de los tronos, nada que ver con las escenas vividas en 1884, bastante menos cofrades.

Precisamente en la familia de un servidor se guardaba la colección completa de fotografías del seísmo de la infancia de Picasso que, parece, pilló al padre en una tertulia en la Farmacia Mamely, hoy Bustamante, frente a la plaza de la Merced. Hace ya unos años el periodista y exconcejal de UCD Andrés García Maldonado reprodujo esas instantáneas para publicar una edición facsímil en su Alhama natal, uno de los pueblos más castigados.

Vivimos todavía marcados por lo que pasó hace 80 años en nuestra Guerra Civil; si los abuelos y bisabuelos de hoy fueron testigos de pequeños de esa sangría o cuando menos de la posguerra, los niños nacidos en los años 60 y 70 se criaron, y no hay comparación con lo anterior, con películas de catástrofes, la mayoría con la participación de Charlton Heston como Aeropuerto 75 o el mismo Terremoto, así que la cosa no nos coge a muchos de sorpresa. Tampoco a Gregorio Sánchez, Chiquito de la Calzá, que más de una vez ha contado a la prensa el meneo de placas que le sorprendió ensayando con un cuadro flamenco en la habitación de un hotel en Japón. Sentados como estaban en el dormitorio, «el tocaor terminó en el cuarto de baño», contaba.

Quiere esto decir que somos frutos del azar, pero incluso el abandonado palacio de Solesio de la calle Granada, dejado a su suerte durante una década, tiene visos de poder ser convertido, por fin, en hotel. No hay que olvidar que de ese palacio con almacén salían rumbo al puerto los paquetes de naipes hechos en Macharaviaya que iban destinados a América. De nuevo, el azar. Sigamos adelante, se mueva lo que se mueva y como dijo Montaigne, si algo pasa que nos pille «plantado coles». Buena semana.

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