
El Camino Nuevo es más viejo de lo que pensamos, aunque se haya quedado con la novedad en su nombre popular. Parece ser que lo abrieron los franceses hacia 1812, de ahí que aparte de Camino Nuevo, se conociera por entonces como el Camino de los Franceses (no confundir con la película de Antonio Banderas, El Camino de los Ingleses).
El motivo de la apertura: comunicar la playa de La Caleta con La Victoria, entre otras cosas porque el tramo último del Camino de Vélez, el que conducía los carros, carretas, diligencias y caballos desde ese punto hasta Málaga estaba en pésimas condiciones, había que aguantar los embates de las cercanas olas y para colmo, la Puerta Oscura por la que se entraba en la ciudad era una puerta árabe bastante estrecha por la que había que maniobrar para entrar, si es que el transporte cabía. Un desastre para el comercio de la provincia.
Esto no quita para que el Camino Nuevo sea todavía más antiguo –aunque no tuviera ese nombre– y cuando menos existiera ya en tiempos de la conquista de Málaga por los Reyes Católicos una senda o trocha que bordeaba la falda de Gibralfaro. Este fue el camino que siguieron el Marqués de Cádiz y sus tropas antes de montar su campamento en el cerro de San Cristóbal o de las Tres Letras, pues venían del Camino de Vélez.
En el siglo XIX el omnipresente y eficaz urbanista José María de Sancha quiso arreglarlo en condiciones pero no fue hasta finales de los años 20 del siglo pasado que este proyecto se lleva a cabo.
Y la verdad, ha llegado el momento de plantearse un arreglo a fondo de este envejecido Camino Nuevo. A comienzos de los años 70, cuando llegó a Málaga como parte del innovador diario Sol de España Juan de Dios Mellado, futuro director de Diario 16 Málaga, propuso al entonces alcalde Cayetano Utrera montarse en un coche y contar los baches que había por la ciudad. El alcalde, para sorpresa del joven periodista, accedió al reportaje y pudo sentir en sus carnes el suelo lunar de muchas zonas de la ciudad.
Un reportaje de este tipo se podría realizar en nuestros días con Francisco de la Torre por el Camino Nuevo, que para quien no lo sepa tiene el cuasi desconocido nombre oficial de Paseo de Salvador Rueda, pero parece que la impronta de las obras de los franceses es más intensa que el poeta.
El caso es que el Camino Nuevo y la continuación, la calle Ferrándiz, son una sucesión de baches, remaches y parcheados que transportan al conductor a esos tiempos bravíos del Camino Viejo de Vélez que había que evitar.
En diciembre la Gerencia de Urbanismo anunció que iba a acometer (uno de sus verbos favoritos) la ampliación de la subida a Gibralfaro por el Paseo de Calvo Sotelo. Haría bien en no olvidarse del otro paseo, el de Salvador Rueda o empezaremos a echar de menos a los soldados de Napoleón.
Me recuerda mi lejana infancia de los Maristas. El Camino Nuevo es una maravilla natural,hoy en pleno centro de Málaga, que debería estar protegido. Enhorabuena por el ingreso de Alfonso Vázquez Garcia en la Academia de Ciencias.
Pues a mi me recuerda cuando lo subía para ir a bañarme a la playa conocida como las rocas, entrando por la calle Ferrandiz,pocos años despues lo hacia en bicicleta, parando casi siempre en el paseo de Salvados Rueda.