Viaje a una calle del Perchel que existió y existirá

20 Ene

La existencia de la calle Agustín Pareja, en El Perchel, está suspendida en el limbo. Hoy es una sucesión de solares a la espera de reintegrase en el callejero.

Pocas calles de Málaga se encuentran en un proceso de transformación tan grande como la de Agustín Parejo en El Perchel.

Habrá que echar mano, ustedes disculpen, de la manida frase de Alfonso Guerra, para vaticinar que en pocos años, a lo sumo dos, no la va a conocer ni la madre que la parió. Incluso en nuestros días son pocos los viandantes que, paseando por ella, tienen constancia de pasear por una calle, pues hay tramos en los que los solares superan a las viviendas y uno no sabe ya si pasea por una vía de Málaga o si se encuentra, viajando en el tiempo, convertido en inspector del servicio nacional de regiones devastadas, o como mínimo, desaparecidas.

Pasear a primera hora de la mañana por Agustin Parejo, cuando la aurora de rosados dedos (otra frase manida) colorea las nubes, entra dentro de la poesía inquietante, pues la única vida de esta calle-descampado es el paso incesante de conductores en busca de un milagroso hueco donde aparcar. Perfilados por las nubes rosas se aprecian las aristas del complejo de la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía y en un segundo plano una gran grúa.

Cuesta imaginar que en este cogollito perchelero, entre la calle Agustín Parejo y la calle Cerrojo se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de los arrabales de Málaga. Este era el de los tratantes de paja y se encontraba profusamente poblado, pero siempre ha sido una zona con querencia por la arqueología, pues aquí se encontraron una factoría de salazones y piezas de cerámica interesantísimas, aparte de decenas de ánforas para almacenar el producto, como una máscara de terracota del siglo IV después de Cristo.

La factoría, parece, estuvo en funcionamiento cosa así como 500 años, a partir del siglo I, increíble marca que ni siquiera han superado en España las empresas y bancos más solventes ni tampoco el programa Saber y ganar.

Pero todos los restos arqueológicos acumulados durante siglos quedan en un discreto segundo plano ante las protuberancias de estos solares, algunos convertidos en aparcamientos improvisados que incluyen una mesita de noche desvencijada en la que los conductores van dejando sus llaves.

También se puede topar uno en plena calle con un asiento de la época de las primeras películas de José Luis López Vázquez. No hay duda, nos acercamos al Llano de Doña Trinidad, ese trozo de la ciudad anclado para siempre en los años 70, 80 a lo sumo, gracias a esos bancos capaces de convertir en un dulce descanso la Doncella de Nuremberg, un instrumento de tortura renacentista nada tranquilizador.

El día que se arregle esta plaza perchelera y que se destierren su colección europea de contenedores Málaga habrá ganado una plaza. A lo mejor hay que esperar a recuperar una calle, Agustín Parejo. En esas estamos.

2 respuestas a «Viaje a una calle del Perchel que existió y existirá»

  1. En esta calle nací y me crié, una calle perteneciente a un barrio obrero y estoy orgulloso de haber nacido en Agustín Parejo y de ser perchelero.

  2. Yo me crie en esta calle y me da mucha pena verla en este estado lamentable. Esperemos que alguien se acuerde de ella y la rescate para bien de ella misma del barrio y de la ciudad.

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