El parque que está sobre la mesa y no baja de ella

30 Dic

El Parque de los Verdiales puede convertirse en un proyecto tan mítico y nebuloso como el saneamiento integral o el tren a Marbella y Estepona.

La promesa de construcción del Parque de los Verdiales está a punto de convertirse en una sólida tradición. Como pudieron comprobar el pasado lunes los lectores, cada 28 de diciembre los periodistas preguntan al alcalde por el parque, y no es broma.

Es un proyecto que está en el aire, en estudio, sobre la mesa, algo que se quiere realizar en cuanto sea posible y a la mayor brevedad, en la línea del saneamiento integral, el tren a Marbella y Estepona o la capitalidad cultural para Málaga. Proyectos todos que, de plantearse en la Italia del Dante, el autor de la Divina Comedia los habría inmortalizado en el limbo.

El 28 de diciembre, en plena 54 edición de la Fiesta Mayor de Verdiales, el presidente de la Federación de Pandas de Verdiales, José Gómez Santiago, confirmó a este periódico que el nuevo parque irá donde hoy se encuentra el parque dedicado al fiestero ya fallecido y vecino del barrio Andrés Jiménez Díaz, justo detrás del recinto ferial del Puerto de la Torre, donde se celebraba el encuentro.

Este parque ha sido durante años motivo de queja de la veterana Asociación de Vecinos del Puerto de la Torre, una zona verde que este colectivo siempre consideró incompleta y mal mantenida y que tenía que haberla finalizado una promotora.

El lunes, aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid, el autor de estas líneas volvió a darse una vuelta por este parque-cerro inaugurado en 2010 y en el que, le informó ese mismo día la concejala de Servicios Operativos Teresa Porras, las farolas ya funcionaban. Y en efecto, la mayoría parecen completas pero otras, en todo lo alto de la loma, se han quedado en palitroques desnudos, al igual que los restos de algunas papeleras.

El problema de esta zona verde es que ante todo es un cerro de caminos de tierra, con árboles autóctonos que lucen un aspecto justito (algunos se secaron en el pasado), bancos escasos, muy sosos y sin respaldo y en lo alto de la loma una explanada enorme y sin gracia con un casetón vallado en medio y restos de obra. Y eso sí, unas vistas del Puerto de la Torre que sólo se pueden comparar, por espléndidas, con las del parque de la torre del Atabal, pese a que la torre, tras una cuestionada rehabilitación, parezca un aljibe.

El parque de Andrés Jiménez Díaz tiene además un pequeño auditorio infrautilizado incapaz de acoger ni a la quinta parte de los congregados en la Fiesta Mayor, de ahí que el futuro Parque de los Verdiales tenga proyectado un auditorio mayor al pie del cerro, informaba el presidente de la Federación de Pandas.

Pero todo esto son espléndidas intenciones que llevan años estudiándose con la misma agilidad con la que se le da la vuelta a la momia de Ramsés II.

Un parque que está, sí, sobre la mesa pero que tardará ni se sabe cuánto en bajar de ella. Como dijo un preclaro expresidente: «Estamos trabajando en ello». Y ahí siguen. Feliz 2016 y hasta la vuelta.

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