El entorno del Bulto es una bochornosa acumulación de basura, polvareda y escombros, mientras llega la remodelación de la zona.
En el pomposo lenguaje del urbanismo malaguita es muy probable que no se encuentre la expresión «una zona sin cuajar». Pero esa es la sensación que tiene el firmante cuando esta semana ha visitado un rincón de nuestra ciudad que bien podría producir en el iluso paseante la sensación de revivir los años 70 o cuando menos, la de asistir al rodaje de Yo, el vaquilla o El pico.
La situación viene de lejos porque en La Opinión, hace sólo un par de años, los vecinos ya denunciaron el abandono de esta zona dejada a su aire mientras llega una ambiciosa remodelación que en 2012 acabó con el famoso bloque de los pescadores, tras el realojo de las familias. Nos referimos al entorno de las precarias casas de El Bulto, las pocas que todavía quedan en pie.
Basta con adentrarnos por la calle López Pinto, en recuerdo de uno de los compañeros del general Torrijos, fusilado junto a él en esta parte de Málaga en diciembre de 1831. Al final de esta calle descubrimos un modesto suelo de enormes cantos de piedra –probablemente de la vecina playa–, falta de aceras y una caótica confluencia con el tren del puerto: un paso a nivel sin barreras que nos descubre más mierda, con perdón, que la chaqueta de Kung fú, porque el pasillo ferroviario es la excusa para depositar en él todo tipo de basuras y que no falte la buena ración de escombros.
Tras las modestísimas casas del Bulto, la mayoría en dos o tres calles con nombres de ríos, llegamos a la explanada de la que se quejaban no hace tanto los vecinos de Huelin por su suciedad.
La paradoja es que en el lugar con más porquería, donde descansa una moto descuajaringada y basuras de todos los tipos y quizás siglos, a espaldas del Cottolengo, un cartel municipal informa en vano de que «Queda prohibido arrojar a la vía pública todo tipo de residuos». El milagro es que nadie haya arrojado todavía el cartel.
El terrizo se utiliza de polvoriento aparcamiento pero lo más llamativo no es la suciedad que no resiste la prueba del algodón sino lo que se acumula al pie de un par de desdichados ficus de raíces aéreas junto a las casas del Bulto: montañas de basura y escombros. Resulta sencillamente impresentable que estos árboles luzcan este aspecto y que nadie haya hecho nada hasta la fecha para retirar las montañas de porquería.
Cuesta creer que estemos a un tiro de piedra de la estación, del moderno paseo marítimo y del parque de Huelin, que asoma por un lateral. Esta zona sin cuajar de Málaga merece una solución urgente. Y por supuesto cuanto antes se soterre el tren del puerto, antes nos libraremos de ese pasillo sucio y ruidoso. Todo es ponerse para despedir, metafóricamente, este escenario caótico de los años 70. Pura película de Eloy de la Iglesia.
Mitin
Unión temporal de convencidos. Imprescindible aplaudir, se escuche o no al candidato.