Izquierda Unida ha perdido la cuenta de las mociones que lleva presentadas para tratar de salvar el convento del Carmen. Y la ironía: se aprueban por unanimidad.
La comisión de Urbanismo aprobó el pasado jueves una moción de Málaga para la gente (IU) para recuperar el convento carmelita de San Andrés, en El Perchel, al que pronto no podremos localizar ni con detector de metales, mayormente porque los carmelitas descalzos eran una orden muy sobria, nada amiga de excesos ornamentales ni dispendios.
El grupo municipal de IU ha perdido la cuenta del número de mociones que lleva presentadas, con la intención de que lo que queda del convento no se venga abajo. Lo irónico del caso es que casi siempre todos los grupos políticos han apoyado la iniciativa. Por lo que parece el gesto sale gratis porque en este rincón del Perchel lo único que avanza es la carcoma. En la misma línea hay que colocar las mociones sobre el acueducto de San Telmo,que se suceden sin descanso año tras año pero nadie se pone manos a la obra para hacer algo por él, con la honrosa excepción del distrito de Ciudad Jardín, que al menos ha impulsado el ajardinamiento del puente de los Once Ojos.
Volviendo al desdichado convento perchelero, la reforma del mercado del Carmen ha acotado, eso sí, el perímetro de destrucción gracias a un bonito parterre plantado de cipreses en las inmediaciones. Pero la presencia de una valla también es motivo de que junto a ella se arracime la porquería y hasta que se tomen un descanso carritos de transporte de mercancías, sacos con escombros y basuras varias, mientras que en el cascado espacio conventual los matojos alcanzan una altura que ni Fosbury podría saltar de espaldas.
En todo caso, en este rincón abandonado por la política malagueña, que más de una vez estuvo tentada de derribarlo, sobre todo en los años en los que algunos políticos tenían el cerebro enladrillado, aún hay lugar para el civismo y por tanto para la esperanza.
El parterre mencionado está cubierto con decorativas cortezas de pino y hace unos días unos niños utilizaban estos trozos como habría hecho un escriba egipcio en un apuro: comenzaron a escribir con ellos, y no tuvieron otro lugar que la pared del convento. Lo triste es que la gamberrada la presenciaban sus padres.
En todo caso Marta, una niña de 9 años, al ver la trastada y comentar la afrenta a sus padres, cuando estos niños terminaron la tarea fue con unas servilletas y borró las frases inmortales.
Mientras haya niños como Marta el convento seguirá, metafóricamente, en pie, aunque le falte poco para no estarlo. ¿Habrá más mociones-brindis al sol? Los comisarios del Libro Guinness de los Récords ya están tomando nota por si las moscas.
La limpieza
El aparcamiento-vertedero de Cortijo Alto fue limpiado por el Ayuntamiento después de que esta sección retratara hace unos días su decrepitud, según informó la asociación de vecinos. Felicidades.