Un remanso de paz en la Cruz del Humilladero

13 Nov

A pocos minutos de la famosa cruz se encuentra una preciosa zona peatonal en los pisos de San Vicente en la que sólo se echa en falta un baldeo en condiciones.

Esta sección se dio una vuelta por la zona allá por 2007 y lo único que constató es que la porquería, al igual que la carne de burro, no era transparente. Triste conclusión que felizmente fue olvidada dos años más tarde, al dar cuenta de la estupenda transformación que había experimentado (y no sufrido) este rincón de Málaga.

Porque si algo necesita la Cruz del Humilladero, más incluso que la Carretera de Cádiz, son zonas de esparcimiento, parques y rincones agradables por los que no sólo culebreen los coches. Es casi una deuda moral con este inmenso barrio de Málaga cuya planificación urbanística se realizó con los pies –y posiblemente, a la pata coja–.

En los pisos de San Vicente de Paúl el Ayuntamiento ha conseguido este objetivo civilizador y da gusto pasear por sus calles peatonales, dedicadas a antiguos alcaldes de finales del XIX y comienzos del XX como José García Guerrero, Enrique Herrera Moll, Juan José Ceballo Baena y Ramón María Pérez de Torre (alcalde de la ciudad durante el Desastre del 98).

Situada entre la calle La Unión y el Camino de San Rafael, la zona peatonal ofrece sombra (la de yucas, palmeras y algunas jacarandas o tipuanas pero sobre todo la de los propios bloques), hay gimnasio para mayores, bancos, un par de zonas de juegos infantiles y sobre todo un bonito trabajo de jardinería que ha dado a los parterres que jalonan este espacio un aire japonés y cuidado al mismo tiempo.

En un lateral de la calle Enrique Herrera Moll nos encontramos con el elemento principal: un grupo escultórico a San Vicente de Paúl en el centro de un jardincito preservado con vallas. La obra parece hecha por el desaparecido escultor Marino Amaya, el mismo de las esculturas de niños del Jardín de la Victoria, aunque el autor de estas líneas no ha podido confirmarlo.

Otra curiosidad de este remanso de paz de la Cruz del Humilladero (en la neolengua consistorial Cruz de Humilladero) son los carteles que en casi todas las esquinas, en algún caso acompañado por el escudo en color de Málaga, recuerdan que queda prohibido jugar a la pelota y molestar a los vecinos, a no ser que al Messi-Ronaldo de turno le apetezca una multa municipal, posiblemente para sus padres.

Dos pegas encuentra el firmante, en primer lugar el barullo de cables de las fachadas que, a veces, pasan por el cartel indicador de la calle y tapan parte del nombre. La segunda, la porquería adherida al suelo, convertida casi en un certamen internacional de gérmenes. Dentro de la roña que pulula por el suelo hay que incluir los mil y un pegotes ennegrecidos de chicle. Cuando se decida Limasa tendrá trabajo para rato si aplica un baldeo a fondo.

En todo caso, quede como ejemplo de regeneración urbana y respiro peatonal esta isla de tranquilidad que hasta se cuida de echar balones fuera. Que cunda el ejemplo en otros barrios de Málaga.

2 respuestas a «Un remanso de paz en la Cruz del Humilladero»

  1. Buenas tardes .. cuando quiera esta usted invitado para que vea la funcion del parque, el dificultar en transito peatonal ya que el parque esta justo en medio y no deja paso a personas mayores que van con andadores. Un saludo

  2. Exactamente lo mismo le digo que Iván. Cuando quiera se biene conmigo y ve la mierda que siempre hay en la calle, la mal que uele. Como los niñatos juegan con la pelota rompiendo lo propio y lo ajeno. Los fumadores de porros y demás personages del barrio…de toda la vida, vaya.

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