Resulta preocupante la moda de realizar exposiciones en la calle Alcazabilla que terminan tapando en parte uno de nuestros principales monumentos.
Quizás a estas alturas de la película, y no han pasado tantos años, se cuenten con los dedos de la mano los malagueños que echan de menos la calle Alcazabilla motorizada. Basta con ver las fotografías que se conservan en el Archivo Municipal de esta vía llena de coches o hurgar en nuestra memoria para que muchos nos extrañemos y saquemos una conclusión parecida: ¿Cómo pudimos vivir así?
¿Cuántos niños contemplaban como la séptima maravilla del mundo el cine Albéniz, la promesa de una tarde de película y deseaban cruzar como fuera y cuanto antes esa peligrosa barrera de coches?
Todo eso pasó a la historia. La calle Alcazabilla no es ya una vía de comunicación entre la Victoria y el Parque, es mucho más. No hay que ser un lince para deducir que es un compedio perfecto de la Málaga monumental.
En estos tiempos de poca chicha en los que priman los vídeos de escasos segundos para explicar lo que sea, lo mismo la razón pura que la guerra en Siria o como pelar más rápido una patata, en Alcazabilla los turistas y visitantes tienen todo lo que somos: la Alcazaba, el Teatro Romano, lo poco que queda de la Judería, el Museo Picasso, al fondo la Aduana… pero también el ruido de los bares y restaurantes que molesta a los vecinos y un precioso edificio de los años 20 con el postizo de una coctelería con ascensor que sólo pueden haber autorizado nuestros ostentóreos urbanitas malagueños.
La calle Alcazabilla es un compendio de todos nuestros defectos y virtudes. Y entre los primeros, la preocupante moda de colocar paneles expositivos en ella cada vez con más frecuencia. Y es preocupante porque si la exposición es de envergadura los paneles suelen repartirse en dos bandas, la primera la más pegada a los jardines de Ben Gabirol y la segunda junto al Teatro Romano.
El firmante ha esperado a que concluyan las dos últimas exposiciones cofrades para que nadie concluya que se trata de una crítica específica a estas dos muestras. No es esa la cuestión. A un servidor lo mismo le da que en los paneles aparezcan cofradías que los éxitos del Málaga, del Unicaja o que se conmemoren los 400 años de la muerte de Cervantes. Además los responsables del desaguisado no son los organizadores de estas muestras sino el Ayuntamiento que permite tapar el maravilloso conjunto del Teatro Romano y la Alcazaba; que hace todo lo posible porque los turistas y visitantes tengan el mayor número de obstáculos visuales para disfrutar de esta maravilla.
Demuestra muy poca sensibilidad nuestro Consistorio autorizando esta disposición de los paneles, que bien podían distribuirse por esta calle tan turística pero evitando el tramo del Teatro Romano.
Pero recuerden: en buena parte es el mismo Ayuntamiento que con la inapreciable ayuda de la Junta autorizó los restaurantes ciclópeos en las playas de la Caleta y La Malagueta. Lo suyo, está claro, no es el respeto por el entorno. Calle Alcazabilla, compendio de lo que somos.
Ante todo tengo que decir que soy creyente, pero creo que las cofradías se están pasando con tantas celebraciones de sus imágenes titulares cuando en las celebraciones religiosas vamos siempre los mismos sobre todo en misa. Cada celebración de una cofradía cualquiera se llenan las calles de gente, luego un niño hace la comunión y el 90% no va a misa ni otras celebraciones solemnes típicamente religiosas como la procesión del Corpus, que tenía que ser por la mañana y la tuvieron que poner por la tarde porque no iba nadie.