La Málaga de montaña y los cauces arbóreos

8 Oct

La calle Hurtado de Mendoza conduce al camino al Seminario que necesita mejorar en limpieza y que conserva una casa en ruinas al pique de un repique.

La calle Hurtado de Mendoza es el camino directo hacia una Málaga de montaña que nada tiene que envidiar a algunos pueblecitos suizos o a los barrios más próximos a los Bosques de Viena, salvo por la irrupción del urbanismo malaguita, muy cercano por su concepción alocada al desarrollo urbanístico de Atenas.

Pero a pesar de que los años merdellones del dinero fácil han dejado su huella en este precioso enclave en el que abundan las casas de estilo regionalista, el boom de la construcción no produjo los estragos que sí causó en barrios similares como el Camino de Antequera.

Hurtado de Mendoza y su entorno salvaron en líneas generales los muebles y eso incluye su pequeña red de cuestas dignas de los Alpes como la calle Empinada, cuyo nombre lo dice todo o Denamiel de Castro, un nombre enigmático para una calle todavía más empinada. Don Denamiel, a propósito, fue un dentista e higienista malagueño del XIX.

Desde estas alturas las vistas del Santuario de la Victoria y su espadaña son magníficas y todos los caminos, si no a Roma, llevan al que comunica con el Seminario, en los dominios ya del Monte de San Cristóbal, Monte Victoria o de las Tres Letras (a gusto del consumidor).

Por este camino no es raro ver ardillas, pero lo menos raro es contemplar la inevitable (al menos en Málaga) basura botellonera. Como explicaba ayer un vecino que paseaba una perra clavada a Lassie, antes de la crisis la limpieza de estos andurriales era más frecuente pero con la crisis todo se fue al traste y la zona está muy descuidada. Dan fe de sus quejas los papeles, bolsas y botellas espurreadas a lo largo del camino.

Pero incluso más inquietante que la suciedad de este monte vecino de Gibralfaro es la presencia en mitad de los cauces de los pequeños arroyos que, siglos ha, formaron la culebreante calle Granada, de eucaliptos envueltos en enredaderas. Habrá que pensar que con tanto arbolito taponando el cauce el agua se buscará la vida por otro lado y tendremos un otoño de estos problema.

Pero, ¿cuántos malagueños se han cruzado alguna vez con un concejal que inspeccione a pie la zona? Muy pocos. Así se explica la pervivencia de una casa en ruinas, apenas cuatro paredes, en la ladera del monte. Detrás, separado del edificio, se encuentra lo que parece una pared de contención lo único de apariencia sólida del conjunto. Y sin embargo, en el interior hay restos de hogueras, basura, huellas de que la casa se usa para reuniones quién sabe si etílicas, con el horizonte del Seminario al fondo. Algún día terminará de derrumbarse. Confiemos en que no coja a nadie debajo.

Así luce el camino al Seminario en esta Málaga de montaña que en muchos aspectos, en especial la limpieza y la seguridad de los viandantes, parece situada no en la capital de la Costa del Sol sino en un lugar mucho más recóndito: la inopia.

3 respuestas a «La Málaga de montaña y los cauces arbóreos»

  1. Allí donde no llega ni turismo ni crucerista hay que olvidarse de la civilización, limpieza y bienestar del ciudadano….al turismo una sonrisa.

  2. Sería interesante si alguien pudiera dar alguna información sobre la casa en ruinas del carril que continúa a Calle Seminario, sobre sus propietarios, etc.

  3. Es una pena que esa calle esté tan abandonada porque esta cerca del Lejio, del Santuario de la Patrona, el camino del Seminario y está el Teléfono de la Esperanza que tanto bien está haciendo a tantas personas. Un abrazo.

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