La lotería del metro ha propiciado que el modesto barrio de La Isla cuente con una parada con su nombre. Habrá malagueños que ignoren el origen del nombre de esta zona de la Carretera de Cádiz próxima a la estación de tren, formada hasta hace bien poco por casas matas en su mayoría, aunque el paso del tiempo ha permitido que parte de ellas sean sustituidas por bloques en general de poca altura.
Un auténtico salvador de la memoria del barrio ha sido Juan Ruiz, Juanito el de la Manuela, quien hace once años reunió en un librito los recuerdos de este barrio cuya calle principal es la calle Velasco junto a la que ahora pasa el puente de Juan Pablo II, probablemente el puente moderno de tráfico rodado más silencioso de España porque son poquísimos los coches que lo cruzan al día.
El nombre de La Isla, explicaba en 2004 al firmante Juanito el de la Manuela, venía de que este grupo de casas estaba encajonado entre las tapias de las fábricas y la vía del tren, de ahí que formara una suerte de isla. La mayoría de los vecinos, de hecho, trabajaban en los ferrocarriles y fábricas de la zona: Óxidos Rojos, la Harinera San Simón, la Aceitera de los Van Dulken o la Peninsular y también vivían conductores de autobuses.
El núcleo del barrio era la plaza de la Vega, hoy de Garci-Tello, que en nuestros días ha perdido luminosidad por la llegada de un par de bloques que ha hecho desaparecer las casitas matas que antes rodeaban este espacio, en sus tiempos vecino de la llamada huerta de Varela, de ahí que los niños de los años 40 tuvieran como uno de sus deportes favoritos la caza de grillos: los lucían en las casas en grilleras hechas de caña, para que cantaran mientras eran alimentados con tomates.
Era un barrio muy familiar por su propia estructura tan encajonada y en el que los vecinos conservaban los apodos familiares que traían de los pueblos. Y la posguerra, curiosamente, trajo grandes dosis de felicidad cuando al padre de Juan Ruiz le tocó la lotería de Navidad allá por 1943: lo primero que hizo fue reunir a los niños y decirles que pidieran lo que quisieran a los Reyes Magos. Lejos de soñar con juguetes, los niños pidieron cosas como alpargatas, pan, aceite o patatas. Preciosas historias de un barrio que hace años que perdió su condición isleña.
Basura junto al AVE
Ayer un portavoz de Adif informó de que la franja de tierra y porquería entre las vías del tren y el depósito municipal de la grúa, de la que hablamos el pasado martes, está dividida de la siguiente manera: la franja de cinco metros de ancho a contar desde las pantallas del ferrocarril es propiedad de Adif y el resto pertenece al Ayuntamiento.
Conclusión: la basura no entiende de fronteras administrativas y se extiende por ambas propiedades, aparte de que las pantallas están apedreadas y requieren una solución digna.