Cotorras argentinas gordas y hermosas pululan por el parque de Chicuelo II, presidido por una espectacular pérgola y una chorisia digna del otro lado del charco
Los lectores que ayer se adentraron por esta sección pasarían más calor que enfoscando las pirámides, porque hablamos del parque de la Paloma, muy cerca del centro comercial Rosaleda, que recuerda por su abundancia de cemento y los calorines que allí se sienten a los primeros tiempos del Parque del Oeste, que no tienen nada que ver con los verdores que exhibe en la actualidad esta preciosa zona verde, valga la redundancia.
Pero si atravesar el parque de la Paloma es para cualquier usuario una experiencia desagradable, no todas las zonas verdes de Málaga nos tienen que evocar los spaguetti western del desierto de Almería.
Como contrapunto a un parque tan sequerón tenemos en la barriada de Virgen de Belén, asomado a la avenida de Velázquez, un jardincito de aires casi ecuatoriales. En concreto se encuentra en la calle dedicada al torero Chicuelo II y para empezar podría definirse como una reserva natural de sombra, porque eso es lo que más abunda y de paso, cobija a una brugmansia o trompetero y hay, como en tantas calles de Málaga, una formación de brachichiton, árboles de crecimiento rápido que aunque no sean muy lustrosos dan sombra.
Más belleza y lustre tiene una chorisia de tronco digno de un faquir, por lo puntiaguda de su orografía. También hay ficus y palmeras y como contaba ayer un vecino, una zona nueva de gimnasia colocada hace dos semanas, además de nuevo pavimento.
Pero lo que realmente hace que olvidemos los calores del parque de la Paloma es una pérgola con dos recios ejemplares de lo que parece una de las muchas variedades de pacífico: Ha formado una preciosa enredadera que se está extendiendo por todo el techo metálico del artefacto. Y así, bien parece que en este siglo XXI el Ayuntamiento, poco a poco, se está percatando de que las pérgolas, que tradicionalmente ha dejado en demasiadas ocasiones huérfanas de plantas, se levantan para combatir el calor y crear lo que se conoce por sombrita. Bueno es rectificar.
Son tan propicias las condiciones tropicales del jardincito, que abundan las cotorras argentinas, ejemplares especialmente gordos y hermosos que rastrean la comida por el suelo casi rozándose con las palomas.
Y si el parque no le parece suficiente atractivo, puede darse una vuelta por los recién remodelados pasajes de Virgen de Belén, un barrio repleto de pasarelas, la solución urbanística al contar con un amplio aparcamiento debajo.
Tras las obras municipales algunos rincones parecen jardines japoneses pero con un toque a lo Tim Burton, con las plantas en forma de espiral. Nada que ver con el desconchado y oxidado pasado no tan remoto. Felicidades al Ayuntamiento y a la esforzada asociación de vecinos.
Un verano más
El saneamiento integral vuelve a ser una utopía. Las olas cíclicas de porquería surfean por nuestras playas como siempre.