El caso de la bicicleta sustraída a su dueño

9 Jul

El dueño de una bici robada reparte fotos de la víctima con datos de la sustracción y promete un premio para quien la devuelva, incluso si es el ladrón

El firmante está fascinado por las pequeñas historias. Jovellanos, ahí donde lo ven, raramente lucía peluca por su hermosa cabellera, pues le gustaba lucirla todo el tiempo en contra de lo que marcaba la moda de su tiempo. Para sumergirse en la Historia a veces nos bastan, más que una ristra de batallas o las circunstancias orteguianas los pequeños objetos, también los perdidos, porque se convierten en protagonistas indiscutibles en los periódicos de la época y consiguen marcar época.

Alguna vez hemos hablado aquí de los extravíos de los malagueños de mediados del XIX: borregos, misales y sobre todo rosarios a punta pala, reflejo de esa Málaga que todavía era un laberinto de iglesias y conventos.

Desde el punto de vista de la transformación de la ciudad, y sólo desde ese punto de vista es una buena noticia que se pongan anuncios de bicicletas robadas. Sólo desde ese punto de vista –insiste el firmante– significa que las bicicletas abundan porque empieza a haber vías exclusivas para ellas y se convierten en algo muy preciado: en muchas ocasiones un medio de transporte más y no sólo un medio para el paseo.

La zona del boquete del Muelle, la desembocadura de la calle Molina Lario con la Acera de la Marina sigue manteniendo el nombre popular por las brisas marinas que todavía se producen, pese a que la manzana triangular que acrecentaba su poderío desapareció entre los años 50 y 60 para unir el Parque con la Alameda.

Hace unos días por esta zona apareció un simpático cartel –pese a que comunicaba un robo– en el que el propietario casi asemejaba la pérdida de la bici con la de una mascota. Informaba del día del siseo (30 de junio), el sitio (avenida de la Aurora), la hora (8 de la tarde) e incluía la foto de la bici. El dueño pide contactar con la policía o con un móvil si la encuentran y lo más curioso: «Para quien la devuelva hay Premio». Una forma muy original de denunciar la pérdida en esta Málaga de las bicicletas. Suerte.

Per secula…

La jovencísima senadora popular Mayte Otero aseguraba ayer en La Opinión que no veía mal que alguien llevara toda su vida en política. Su reacción es normal porque ha crecido en un entorno en el que gran parte de los políticos jóvenes aspiran a pasarse toda la vida en política mientras son desplazados a dedo de un cargo a otro hasta su jubilación.

Un servidor discrepa: habría que cambiar este cansino panorama de recolocaciones eternas y no admitir como gestores públicos a personas que no contaran en su currículum con unos años en los que se hubieran buscado ellos solitos las habichuelas, ya fuera al sacarse unas oposiciones, al encontrar trabajo en la empresa privada o peleando como autónomos.

Dedicarse toda la vida a la política sin conocer cómo es trabajar en la vida real con sueldos reales es una postura acomodaticia injustificable por mucha vocación que exista. Quien tenga vocación para trabajar toda la vida en la administración pública que se saque unas oposiciones.

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