El estupendo libro Impostores. Sombras en la España de las Luces, recién editado por Cátedra, cuenta la historia de dos falsarios relacionados con Málaga
Alguna vez hemos comentado aquí que en la construcción del mito de que Málaga era una de las ciudades más peligrosas de España durante buena parte del siglo XIX y el XVIII tuvo mucho que ver la proximidad de los penales africanos. Muchos de los presos, una vez liberados, solían desembarcar en Málaga sin oficio ni beneficio y en lugar de emprender el camino del bien o el de Villadiego, volvían a las andadas allí mismo.
Un libro estupendo que acababa de publicar la editorial Cátedra, Impostores. Sombras en la España de las Luces, de Antonio Calvo Maturana, recorre el amplio catálogo de timadores y suplantadores españoles que a lo largo del XVIII y comienzos del XIX se hicieron pasar por reyes, príncipes, nobles, oficiales de la Inquisición, sacerdotes o mujeres que se disfrazaron de hombres (y viceversa), como reflejan tantas novelas, obras de teatro y óperas.
Un catálogo amplísimo en una época en la que la vestimenta era reflejo más que cualquier otra cosa de la clase social, de ahí el deseo de cambiar de estatus cambiando de traje.
El libro documenta por ejemplo a un jeta malagueño que en 1809 se hizo pasar por Carlos María Isidro, es decir, el famoso hermano de Fernando VII que pretendió el trono de España en lugar de su sobrina Isabel II.
El suplantador de quien se hacía llamar el rey Carlos V (sólo para los carlistas, claro), escribió una carta al corregidor de Écija en la que le reclamaba un baúl de ropa «bien acondicionado» y dos cajas de plata para poder presentarse en condiciones «delante de gentes». Como premio, prometía al corregidor futuros parabienes.
Al parecer, el falso pretendiente al trono había intentado efectuar este tipo de sablazos en Málaga, sobre todo con religiosos, pero no le había salido bien la jugada.
Ni que decir tiene que el corregidor de Écija n hizo ni puñetero caso a don Carlos María Isidro, quien sin mucha idea de su supuesto rango real firmó su carta con un modestísimo «Servidor de Vs», así que denunció el caso a la Junta Central de la época.
Lo curioso es que uno de los mayores impostores de la Historia de España acabó con sus huesos en la cárcel de Málaga en 1823. En concreto fue condenado a seis años de presidio en la hedionda y hacinada cárcel malaguita, en la actual plaza de la Constitución y ahí se pierde su pista.
Se trata del abulense Francisco Mayoral, quien durante las guerras napoleónicas, preso en Francia, se hizo pasar por un primo de Fernando VII, el cardenal Luis María de Borbón, lo que le deparó un trato exquisito por parte de las autoridades, pero también momentos peliagudos en los que tuvo que oficiar misa cuando sólo balbuceaba el latín e incluso casar a parejas. Las simpatías en Francia por un Borbón, sobre todo cuando Napoleón empezaba a estar de capa caída, ayudaron a que el falso príncipe de la Iglesia hiciera carrera. Todo un personaje que acabaría mintiendo a las telarañas en la cárcel de Málaga.
La historia siempre nos sorprende con cosas nuevas que no se sabían y la mayoría superan a todo y nos sorprenden. Enhorabuena al escritor.