El homenaje en bronce a Picasso realizado por el escultor malagueño está algo más que marcado por la pátina del tiempo y necesitaría una restauración
Durante este año La Opinión ha informado de los altibajos por los que ha pasado el patrimonio escultórico de Málaga. Un ejemplo positivo lo tenemos en la reluciente escultura de Manuel Agustín Heredia.
El monumento al hombre más rico de la España de su tiempo, recién restaurado, por fin está acorde con su patrimonio (el que disfrutó don Manuel). No es el caso de la estatua a Manuel Domingo Larios, el segundo marqués de Larios, una obra inaugurada el primer día de 1899 y que fue costeada por suscripción popular (costó 75.000 pesetas).
El autor, el famoso escultor valenciano Mariano Benlliure, creó un grupo escultórico que hoy se encuentra muy modificado. De hecho, el pasado mes de enero la Fundación Benlliure alertó del mal estado del grupo, con grietas, piezas perdidas y una instalación chapucera, pues el aristócrata y sus acompañantes reciben el humo directo del parking de la plaza de la Marina (el responsable directo de la calle Larios aspira la fragancia automovilística por una salida de humos). Además están rodeados por un murete de hormigón que parece diseñado por Pepe Gotera y Otilio porque elimina toda traza de espectacularidad del monumento. Si como decía la canción el vídeo mató a la estrella de la radio, queda claro que la Sociedad Municipal de Aparcamientos se ha cargado al señor marqués.
También este año el periódico informó del traslado forzoso de la fuente de Berrocal de la urbanización Pinos del Limonar al taller del artista en Villanueva de Algaidas, realizado por la Fundación Berrocal.
Como de momento no hay dinero para restaurarla, se estudiará el encaje de las piezas y se hará un escaneado en tres dimensiones a la espera de tiempos mejores.
La fuente, un espectacular bodegón originalmente de varios colores, se había convertido en pasto de los vándalos y los acérrimos del monopatín, por la presencia de una tentadora escalinata que también forma parte de la obra.
Pero hay otra creación de Berrocal que merecería la atención de nuestros políticos. Se trata de su escultura más famosa en Málaga, el maravilloso homenaje a Picasso en los Jardines de Picasso. Más de una vez ha sido protagonista de esta crónica pero por su excesivo cargamento de pintadas amorosas, no por otra cosa. No es ahora el caso, pues el índice de pintadas ha bajado, aunque las siga soportando.
Podrá aducirse eso que le gusta tanto a los poetas, la pátina del tiempo, para justificar el estado que exhibe, pero no parecen pátina del tiempo los chorreones de materia ignota que recorren su superficie, los restos de pintadas o si nos acercamos al bronce, un buen número de agujeros minúsculos como de liliputiense queso Gruyere.
Hace dos años el grupo socialista pidió en una moción la restauración. Dos años más tarde la petición sigue estando llena de sentido.