La zona verde de Campanillas muestra un excelente aspecto, casi el de un campo de golf y lo único que hay que pedir es paciencia para que crezcan los árboles
Ayer hablábamos del arroyo de La Rebanadilla en Campanillas. Visto desde un punto de vista bucólico, a lo escritor del Siglo de Oro, resulta idílico vivir en la calle Fausto junto a una corriente continua de aguas cristalinas por la que serpentean hierbas y los juncos se cimbrean.
Así piensan al menos todos los políticos consultados por esta sección en los últimos años. Los vecinos de la calle Fausto deberían estar dando más saltos que Sergei Bubka (de alegría, se entiende) por vivir junto al tramo no soterrado de un arroyo campestre.
Pero como ayer vimos, la realidad supera el idílico optimismo de poetas y políticos, sobre todo cuando azuzan los escuadrones de mosquitos y las ratas hacen acto de presencia sin olvidar un tufo inconfundible –no así memorable– que también se da.
Tuvo razón la asociación de vecinos cuando pidió hace muchos años que este tramo se embovedara. Justo lo contrario que hay que hacer con el tramo a cielo abierto que acompaña el Parque Lineal, una zona verde que habría encantado a Cortázar, que para eso escribió ese famoso cuento titulado Continuidad de los parques.
El Parque Lineal, por cierto, está dedicado al desaparecido concejal popular José Carlos Fajardo, pero la placa que lo recuerda, junto a la única fuente del parque, ha sido borrada por el sol. La fuente funcionaba hace unos días a la perfección, y eso que dio días de gloria a los vecinos en los primeros días de apertura de este espacio, marcado por la vegetación del arroyo, a su izquierda, así que el paseante tiene por un lado los clásicas palmeras y tipuanas de flores amarillas pero también los álamos que no faltan junto a una corriente de agua, muy seguida de cerca por pacíficos.
Está en buen estado de revista el parque infantil, sin huellas de vandalismo extremo, y las mesas de ping pong dispuestas por los alrededores de esta parte, aunque no se recomienda practicar el tenis de mesa en estas fechas salvo que se tenga querencia por la insolación.
En realidad el parque está tan bien cuidado que da la impresión de que en cualquier momento va a aparecer, puro en rostro, el golfista de Churriana Miguel Ángel Jiménez practicando unos golpes antes de alguna de sus citas internacionales.
Lo único que falta en una zona verde de estas características es paciencia, por eso los vecinos echan en falta más sombra, pero eso sólo se conseguirá con el transcurso de los años.
Las fotografías del arranque del siglo XX nos muestran el Parque de Málaga cuajado de árboles enanos, casi un bosque de Lilliput. No fue sino con el paso de las décadas que los malagueños disfrutaron de un Parque en condiciones.
Con el Parque Lineal sólo cabe esperar el mismo proceso. No hay otro, salvo el transporte aéreo masivo de secuoyas de California, demasiado caro, antiecológico y hollywoodiense. Así que mientras tanto, paciencia, que va por buen camino.