Un respiro para muchos entre noria y noria

13 Jun
Al alcalde no le gusta la noria a la entrada del puerto pero cualquiera se fía con tanto político malaguita con complejo de nuevo rico

Decía Marisol, y no vamos a descubrir aquí América, que la vida era una tómbola, pero también puede verse la vida como una noria, que no es otra cosa que la transformación en atracción de feria de la famosa rueda de la fortuna, tan empleada por los tratadistas de la Edad Media cuando se quedaban en blanco y había que echar mano de cualquier cosa.

También en Málaga daba la impresión de que nos habíamos quedado en blanco y echábamos mano de cualquier cosa, en este caso de una noria gigante a la entrada del puerto. El impacto visual hubiera sido mucho más grande que unos coches-choque, aunque menor que una montaña rusa, todo hay que decirlo.

En Viena fueron más listos: la montaron en el extrarradio de entonces, con vistas a toda la ciudad. Una atracción de feria para la feria de las vanidades. El aparato fue inmortalizado por Orson Welles al final de El tercer hombre…y disculpen que les cuente cómo termina.

En Londres la instalaron a la orillita del Támesis, cerca de una estación de ferrocarril y en el lado opuesto al Londres monumental. Ni a vieneses ni a londinenses se les pasó por la cabeza plantar la atracción turística a escasa distancia de sus respectivas catedrales de San Esteban y San Pablo.

Vivir en Málaga es aceptar que nuestra historia está marcada por el complejo de nuevo rico. De tugurio perjudicial para la salud en el siglo XVII hemos ido avanzando a trancas y barrancas, aupados por una burguesía de comerciantes pujantes que incluso consiguió algunos títulos nobiliarios. El siglo XX estuvo marcado por la fatídica sentencia del Supremo de 1964, promovida por ávidos prohombres de nuestra ciudad, que invalidó el esperanzador Plan Urbanístico de González Edo y dejó a Málaga con la normativa urbanística de 1903 y con ella el caos urbano y el dinero a espuertas para unos pocos. Pero no aprendemos.

Los políticos malagueños recuerdan en ocasiones a Escarlata O´Hara cuando dice eso de «a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre». Por eso se lanzan como posesos a demoler lo que se pueda a y a promover todo lo que suene a emblemático.

A nuestro alcalde en funciones no le gusta la noria a la entrada del puerto. A un servidor el emplazamiento le parece una catetada –eso sí, emblemática– y aunque la noria no sea un dechado de originalidad, porque en cuanto se relance la economía vamos a tener norias panorámicas hasta en la sopa, en Málaga hay sitios más despejados donde plantarla, aunque dé menos dinero.

El rechazo de Paco de la Torre a la noria-pantalla supone un respiro temporal para muchos malagueños amantes del desarrollo civilizado de su ciudad. Pero hay que estar alerta. En Málaga abundan los políticos con complejo de nuevo rico, dispuestos a olvidar los tiempos de cutrerío con edificios e instalaciones emblemáticas que no difieren un palmo de las ensoñaciones horteras del desaparecido alcalde de Marbella.

3 respuestas a «Un respiro para muchos entre noria y noria»

  1. Si, finalmente, se instala la noria, sería interesante estudiar la posibilidad de crear ambiente sonoro ferial sobre la base de música bacalao, todo tipo de bocinas, sirenas, bubucelas y gritos bien acompasados de «hamburguesas Uganda».

  2. Hay que reconocer que para algunas cosas el Alcalde en funciones tiene cerebro, aunque no lo tuviera para el «atraco» del TARIFAZO del agua, por mucho que necesite dinero para el insoportable endeudamiento a que nos ha llevado (pero «¡con el agua no se juega, nene, que te corto las manos!»).
    Aunque la catedral se quedara Manquita, la pela y lo hortera no deben entorpecer la Mano que le queda, ni la belleza de Málaga desde allende los mares.
    Gracias, Alfonso, por otro inmejorable artículo.

  3. » … Respiro temporal» ( ? ).Hoy es esto, mañana, puede aparecer otra «idea brillante» que haga buena la colocación de la noria gigante…

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