Falta de su domicilio, en Strachan, 7, casa natal de Emilio Prados, la placa conmemorativa municipal que recordaba desde 1999 el centenario del poeta
Incluso en las tribus ignotas de Nueva Guinea los adolescentes pasan por una fase selvática, valga la redundancia. También en esta ciudad los malagueños pasamos por alguna fase destructiva en la que los daños colaterales son legión, ya sea pegando alaridos en la Feria del Centro, orinando en la vía pública o imitando a la gimnasta Nadia Comaneci en las barras del interior de los autobuses.
El ansia destructivo-exhibicionista es una fase más del alma humana, y un servidor recuerda a un amigo tratando de olvidar un fracaso sentimental mientras aplicaba llaves de kárate a las papeleras. Kant, por cierto, dijo eso de «atrévete a saber» no «atrévete a patear las papeleras» pero cuando la novia te deja, ¿dónde queda la Ilustración?
El caso es que al pasear por nuestra ciudad podemos ver las huellas de esa fase tribal de reafirmación de la fuerza juvenil en la ausencia de mobiliario urbano que, en ocasiones, se nos presenta servido a cachitos, gracias a las fuerzas energúmenas. Muchas veces además se trata de elementos conmemorativos, placas y estatuas más perdidas que el barco del arroz.
Al firmante nunca se le olvidará una mañana en la que se topó con una mano de mármol tirada en el Parque, al pie del monumento al escritor Arturo Reyes. Era un día de fiesta y por las calles no asomaba ni El Tato. Un servidor estuvo a punto de coger la mano, estrecharla con educación y guardarla en su maletín para entregarla al día siguiente en las dependencias del Patrimonio Municipal en la Alcazaba. Pero temiendo que el gesto pudiera interpretarse por alguien como la hazaña de un cleptómano, optó por buscar agentes de la Policía Local, que no aparecieron. Al cabo de 20 minutos, al regresar al lugar del crimen la mano había desaparecido…y hasta la fecha, porque el Consistorio se ha hartado de reponer la mano (de resina, no de mármol) de la Gitanilla que acompaña a Arturo Reyes.
A mejor puerto arribó la placa conmemorativa del Paseo de los Canadienses, junto a uno de los túneles del antiguo tren de Vélez. Con motivo de la entrevista a un testigo de la huida por la Carretera de Almería el entrevistado y el firmante pudimos salvar del trapero la placa ya descolgada y trasladarla a la Alcazaba.
Si usted es de los que pasea por los daños colaterales de Málaga, quizás caiga en la cuenta de que en la calle Strachan, 7, casa natal del poeta Emilio Prados, falta la placa municipal conmemorativa instalada en marzo de 1999 en el centenario de su nacimiento.
El periodista Antonio Parrales ha tenido la amabilidad de informar de la desaparición a esta sección y el Ayuntamiento ya está indagando.
Quién sabe, a lo mejor no ha sido un acto vandálico sino que fue descolgada cuando se pintó el edificio y los vecinos la conservan. Ojalá. En todo caso, si han sido los vándalos, sepan que se trata de una placa de resina que imita el bronce. Robarla es tan inútil como patear una papelera.
Espero que el listo, cuando descubra que el chatarrero no le da ni un duro, la deje en algún lugar visible, y si se trata de un descuido del pintor de la fachada, cosa que dudo, porque se puede pintar alrededor, pues lo mismo, que deje las cosas en su sitio.