Nuestro alcalde en funciones debería aprovechar la merienda-cena de hoy para preguntar al presidente Hollande por la retirada de los candados parisinos
La estancia, aunque en principio sólo sea por cinco temporadas, del Centro Pompidou, ha hecho que nuestros políticos estén más vinculados que nunca a París. Es más, con motivo de la próxima visita de los Reyes de España a la capital francesa nuestro alcalde en funciones, Francisco de la Torre, ha sido invitado esta misma noche a la cena que en su honor dará el presidente galo François Hollande en el Palacio del Elíseo.
Aunque por la hora a la que comerán, las 8 de la tarde, más bien parece una merienda-cena, al menos para el horario español.
El caso es que, en contra de lo que pueda parecer, en ese tipo de cenas oficiales no se suelen recrear los salones en los que se desplegaba lo mejor del Siglo de las Luces y en suma, no se suele elevar el espíritu humano a los niveles a los que acostumbraban Voltaire, Hume, Rousseau y compañía. Es más, al margen de los brindis y discursos oficiales hay espacio para el comentario jocoso, cierto espíritu juvenil de camaradería y cómo no, también para abordar cuestiones de andar por casa.
Por eso, entre canapé y canapé, nuestro alcalde en funciones haría bien en acercarse en un aparte a François Hollande, que parece el menos estirado de los últimos presidentes franceses y preguntarle cómo va la retirada de candados en París.
Porque justo ayer lunes el ayuntamiento parisino comenzó la retirada de las toneladas de candados que desgracian el puente de las Artes sobre el Sena, hasta el punto de que llegó a peligrar la seguridad de los paseantes, después de que estos candados del amor hundieran una barandilla hace más o menos un año.
Nuestro alcalde en funciones podía tomar nota de la iniciativa parisina y ordenar cuanto antes una retirada masiva y en serie de estos candados que están colonizando sin prisa pero sin pausa todos los puentes de Málaga e incluso el mirador de Gibralfaro ese punto turístico en absoluto declive, que además de estar invadido por las pintadas ya luce los dichosos candaditos, puestos de moda por unas novelas, luego adaptadas al cine, del escritor italiano Federico Moccia.
Porque si en la ciudad de Picasso (Málaga, con permiso de París) el puente del CAC es sin duda el más dañado por estas férreas promesas de amor eterno, comienza a ser preocupante la acumulación de candados en los preciosos dibujos artísticos en hierro forjado del puente de la Aurora y de esta plaga no se ha librado ni el puente de los Alemanes, que el pasado otoño fue arreglado, repintado de gris y se aprovechó para reforzar su estructura. Es más, algunos candados aparecen con pintura gris, lo que evidencia que los trabajos de reparación del puente no contemplaron ni por asomo la retirada de estos cinematográficos cacharros. Una pena.
Por eso, nada mejor que la merienda-cena de hoy para que nuestro primer edil bromee sobre la sorprendente figura apolínea del mandatario francés: «¡Macho, cómo se nota que ya no te pesan los candados de París!». Seguro que le suelta algo por el estilo.