El antiestético solar de la sinagoga y el palacio de Solesio siguen siendo dos rincones para los que los vecinos reclaman una solución
Cuentan que el escritor Somerset Maugham, el famoso autor de El filo de la navaja, replicó a un crítico, que le había tachado de escribir siempre lo mismo y de aburrir a las ovejas, con un libro de cuentos que tituló Lo mismo de siempre para que el experto no tuviera dudas sobre el contenido de la nueva obra.
En algunos rincones del Centro Histórico, uno tiene la sensación de que quedaría muy bien la portada de esta obra de Somerset Maugham como resumen del devenir de los últimos años, pues quitando la transformación de tiendas de ropa, joyerías y tiendas de marcos en gastrobares, poca novedad se respira.
Hablamos, cómo no, de la calle Granada, la vía que conecta la Casa Natal de Picasso con el Museo Picasso, la joya turística de la corona con permiso del Muelle Uno y el nuevo Centro Temporal Pompidou (y que dure).
Porque en esta calle sigue como un morcón sin cuerdas el abandonado palacio de Solesio, tostándose al sol y exhibiendo sus cierres metálicos hundidos y unas mallas negras maltratadas por la ventolera de tantos años. Un barco a la deriva anclado en el casco histórico sin que al menos el Ayuntamiento haya propiciado una solución estética, puesto que la arquitectónica, su rehabilitación, parece estar a años luz.
Y junto al palacio de Solesio, el solar de la futura sinagoga, un equipamiento que puede llegar cuando hablen las calabazas. Cierto que el solar ha mejorado su aspecto recientemente con la llegada de un muro que al menos no deja ver todos los aperos varios del interior, como pasaba antes con una valla inestable, pero el solar sigue ahí, con sus antiestéticas paredes medianeras sin encalar, ofreciendo no un grano sino un verrugón en esa vía turística entre las dos atracciones picassianas, verrugón que aumenta de tamaño con el destartalado palacio de Solesio, antes conocido de forma errónea como el palacio de los Gálvez.
Esta semana el pintor Rafael Alvarado, veterano vecino de la extinta Judería, ha enviado a esta sección una foto aérea del solar bastante deprimente y recuerda que, hace cosa de un mes, los vecinos de la zona se reunieron con la concejala del Centro, Gemma del Corral y le trasladaron la necesidad de mejorar el entorno.
Rafael Alvarado propone para el solar de la sinagoga que se instale «un vinilo con una gran reproducción de una obra de Picasso o un gran grafiti» que puede encargarse a artistas malagueños «como apoyo a la creación de artistas emergentes».
La llegada de un gran toldo para el palacio de Solesio quedó en nada después de que Salsa, la inmobiliaria propietaria, lo anunciara hace años en este periódico. Así que los turistas tienen que convivir con el adefesio y luego encarar el antiestético solar.
No estaría mal que el Ayuntamiento, además de escuchar las propuestas, hiciera que las llevarán a cabo. Ahora que está en marcha la campaña de grafitis Málaga más bella, aquí hay un rincón turístico que necesita un embellecimiento urgente para no acabar… lo mismo de siempre.
Lo que hay que hacer es aplicar la LOUA, es decir, caducar la licencia y revocar la concesión.
Es una verdadera pena la prisa que se dan en derribar edificios históricos, los cuales siempre tienen alguna pega para reconstruirlo, tenían que haberlo rehabilitado porque tenía unas escaleras preciosas y seguro que se podría haber aprovechado mucho de lo que había, pero es más rápido tirarlo. luego ya veremos que pasa. Lo que pasa con la sonagoga es más de lo mismo. Un abrazo.