Un ejemplo de diálogo junto al río Guadalhorce

27 May

Ahora que se habla de diálogo, en la anterior legislatura la Junta y el Ayuntamiento no se tiraron los trastos a la cabeza al limpiar la desembocadura

No se han caído del caballo camino de Damasco, ni siquiera camino del Rocío. Muchos de los políticos que hoy abogan por el diálogo y el entendimiento darían lo que fuera por retreparse en las cómodas mayorías absolutas que disfrutaban hasta este Domingo de Pentecostés.

Hasta ese día el diálogo más prolongado al que hemos asistido, al menos en Málaga capital, ha sido el fructífero lanzamiento de obuses dialécticos entre nuestro Ayuntamiento y la Junta de Andalucía en casi todos los frentes. Dos bandos irreconciliables que tras muchísimos meses de puñaladas traperas tuvieron el detalle de aludir a la lealtad institucional cuando se inauguró el metro. Ni Alberto Sordi lo hubiera hecho mejor.

Puede decirse que, por la cuenta que les trae, en cientos de ayuntamientos de España se abre la puerta al diálogo, algo de lo que al menos en Málaga no disfrutábamos desde los tiempos de Celia Villalobos y Eduardo Martín Toval, dos personas en principio como la noche y el día que acabaron entendiéndose. A ver qué sale ahora del experimento.

Pero no debemos caer en el escepticismo. Como La Opinión se ha encargado de informar en los últimos meses, hay un espacio en el que la colaboración institucional entre la Junta y el Ayuntamiento ha funcionado sin que los cielos se hayan desgarrado ni a sus protagonistas les hayan salido bubas purulentas, con perdón. Hablamos de la desembocadura del Guadalhorce, un espacio que se había convertido en una adormecida tierra de nadie, el lugar al que los malagueños más afines a los primeros homínidos se colaban en coche o camioneta para poner perdida la zona con sus desechos de comida rápida, desfogues alcohólicos o deposiciones de escombros.

Pese a la falta de medios, la Junta de Andalucía, que gestiona el paraje natural y el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento se sentaron a hablar y las dos administraciones colaboran en mantener limpia la zona. Cuentan por cierto con la ayuda de Carlos Alonso, un vecino ejemplar de Puerta Blanca que en el tiempo libre que le dejan sus oposiciones pasea por la zona y alerta cuando los homúnculos han hecho de las suyas.

Este vecino fue quien denunció en La Opinión la proximidad al paraje natural de la proyectada pasarela peatonal costeada por la Diputación y el Ayuntamiento, denuncia a la que también se unieron los ecologistas.

Finalmente, también en este asunto la Junta y el Consistorio acordaron este mismo mes desplazar la pasarela un poco más al norte para que no hubiera tanto impacto medioambiental. Y todo sin que la sangre dialéctica llegara al río.

Como se ve, cuando los políticos se desprenden de sus anteojeras partidistas se puede trabajar en armonía, con estupendos resultados para Málaga aunque el de enfrente vote a un partido distinto. Ojalá que prosiga la entente alcanzada en la desembocadura del Guadalhorce.

Una respuesta a «Un ejemplo de diálogo junto al río Guadalhorce»

  1. Haber si en vez de tirarse los trastos a la cabeza se ponen y cuidan del medio ambiente como nos merecemos todas las personas que vivimos en Málaga y su provincia, eso lo tienen que pensar los padres de familia que tienen hijos y tiener en cuenta como le van a dejar la naturaleza en la que le va a tocar vivir, a mi eso me importa porque la naturaleza es preciosa y debemos cuidarla, pero yo no voy a dejar hijos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.