Los alrededores de la fábrica Salyt son el enclave ideal para prometer al electorado un cambio sin parangón porque peor ya es imposible
Aunque los agoreros siempre señalan que la costa mediterránea española es el trozo de Europa que más cambios ha experimentado en las últimas décadas y casi siempre a peor, no tienen en cuenta ni las casas de algunos personajes del corazón, con una degradación al menos estética más intensa y además olvidan aquellos rincones del litoral que permanecen inmutables.
En este sentido, si consideramos litoral toda la ciudad de Málaga nos encontramos con un rincón por el que no pasan los años y por lo que se aprecia, tampoco pasa mucho el Ayuntamiento.
Se trata del entorno más inmediato de la fábrica Salyt. Es una lástima que en el Renacimiento no existieran fábricas de ladrillo de estas dimensiones ni asomo de la revolución industrial. De haber existido ambas, Dante habría colocado a un montón de dignatarios pilluelos castigados en el Infierno a dar vueltas alrededor de una fábrica como esta por toda la eternidad.
Hace unos días el firmante se dio una vuelta por las inmediaciones de la fachada principal y volvió a encogérsele el corazón. Esta crónica ya lo aventuró el año pasado: parece el plató de una película sobre los barrios bajos en Estados Unidos o acerca del cascado corazón industrial de una ciudad como Detroit. Establecer una relación entre la capital de la Costa del Sol y este rincón suena a inocentada y sin embargo forma parte de nuestra ciudad.
Un sofá que seguramente ardió de indignación, escombros, paneles de madera venidos a menos, neumáticos, sillas, puertas con entrada directa al subsuelo, pintadas chungas, basura variada y la sensación de que una banda de golfos apandadores te va a hacer en cualquier momento una visita conforman el panorama con el que se topa el visitante.
Potencia el efecto la presencia de dos túneles que albergan más pintadas chungas y unos focos rematados a pedradas. Pero no sería justo centrarnos en este reducto tan vejado, con la fábrica en estado de barbecho aguardando un destino urbanístico. Pasado el túnel nos topamos con una calle que lleva poco tiempo asfaltada, la dedicada a Encarnación Fontiveros, donde se encuentra el colegio Manuel Garbayo, un centro que llevaba desde 1985 –cuando se construyó– reclamando el arreglo.
Además, a un tiro de piedra se encuentra el recuperado Skate Park, aunque sea de pago.
Por eso, el contraste se hace realmente sangrante. Pero lo más llamativo es que ningún candidato ha explorado las capacidades mitineras del lugar, porque justo al terminar los túneles el constructor salvó el desnivel de la fábrica Salyt con una especie de escollera de tierra adentro, que es ideal para que un candidato a la Alcaldía de Málaga prometa lo que dicta su programa electoral pero también lo que no está escrito.
Ya saben: parterres ajardinados para esta zona infecta, limpieza, mantenimiento a espuertas y otras tantas fruslerías.
El PP ha realizado en su programa una idea «innovadora», hacer un centro comercial.
Bueno por lo menos esta vez no han propuesto montar un museo. Aunque, ya que gustan tanto de sedes de museos europeos, podrían instalar una del «Museo de la mierda» de Castelbosco.
Málaga Furula. Ayuntamiento de Málaga.
Y aparte de un buen rincón para dar un mitin político y pedir que algunos de ellos se den una vuelta y sacarles los colores al contrario ( si es que los tienen)
Abría que hacer un reportaje MONOGRÁFICO sobre que plan Urbanístico, se fundamentó esta obra, para dotarla de tantos ojos y para QUE!!.
Creo que estaba estudiada, para la unión de la rotonda de Carlos Haya y darle salida y entrada a toda la zona, pero por intereses desconocidos, mas bien de ¡¡MIOPÍA!! del desarrollo de una ciudad, es por lo que a mi modesto entender, se han cometido tantos errores sobre es EL ARROYO DEL CUARTO.
Espero que algún día, alguien se tome el interés que la zona necesita y se merece a todos los niveles
Está bien que enseñes estas cosas que forman parte de Mälaga y que los políticos los saca cuando les conviene es una pena que pasen estas cosas en una ciudad binita.