La luz artificial, en retirada en los autobuses

8 May

En los modelos más modernos de autobuses articulados de la EMT los grandes listones de los ventanales  convierten el transporte en un submarino

Hay un antes y un después en los modelos de autobuses articulados de la EMT, los que en principio son más espaciosos. Personalmente un servidor prefiere los de antes y eso que hay algunos modelos que bien pueden compararse con grandes obras del séptimo arte. Es el caso de la plataforma circular que se encuentra en mitad del transporte.

Hay viejos autobuses que, cada vez que toman una curva, el invento circular chirría tanto que uno parece revivir la escena de la ducha nada vivificante de Psicosis; sin olvidar que los usuarios deben mantener el equilibrio a duras penas, lo que también puede evocarles una estupenda película de Harold Lloyd en la que el cómico visita un parque de atracciones.

Sin embargo, estos detalles no dejan de tener su encanto y lo principal de todo: estamos hablando de autobuses espaciosos en los que, salvo cuando entra una clase entera de estudiantes extranjeros o una excursión de madrileños, se viaja sin la sensación de estar en una lata de sardinas.

Con los nuevos modelos no ocurre lo mismo. Puede que tengan más asientos, un servidor lo ignora, pero la sensación general es que han encogido y el ambiente es más opresivo, como coincidir en un ascensor con el director de Repsol y la presidenta de Argentina.

Lo que desde luego no alivia el panorama es la presencia de unas gruesas listas de colores que atraviesan de forma oblicua algunos ventanales de estos autobuses. Por fuera quizás el diseño será llamativo y espléndido, pero por dentro la luz disminuye y en algunos recovecos del transporte puede experimentarse el mito de la caverna de Platón a la perfección.

Un servidor también ignora si la EMT ha adoptado este cubrimiento parcial de los ventanales al caer en la cuenta de que ha caído en picado el número de lectores de libros en los autobuses y también el de quienes se limitan a disfrutar del paisaje.

Muchos de los usuarios que antes leían, charlaban con el vecino o contemplaban su ciudad están hoy absortos ante el pequeño mundo que les depara la pantalla retroiluminada de su móvil. No necesitan en especial mucha luz artificial.

Pero, ¿qué ocurre con el resto de los mortales? Entrar en los antes amplios autobuses articulados es ahora como adentrarse en un submarino y si te toca al lado de una de esas ventanas con listones, tienes que aguantarte y ver Málaga a cachos, turistas incluidos.

Por este motivo, un servidor reietera, con todo respeto, las inmortales últimas palabras de Goethe: «¡Más luz!». Y menos diseño.

Viaje al pasado

El pasado martes, el autobús articulado Pegaso 6035 de 1975, restaurado por Tranbus, hizo el recorrido Centro-merenderos de Pedregalejo para transportar a un grupo de encantados profesores extranjeros.

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