La persistencia del charquito milenario

7 May

Casi un año después de aparecer en esta crónica, el charco de agua perenne del Rectorado continúa asombrando a científicos y paseantes

Cuando hace unos años surgió el bulo de que se había localizado una bolsa de agua prehistórica durante las obras del Metro de Málaga, las carcajadas de Enrique Salvo, director entonces del metro, pudieron escucharse en Nueva Zelanda y alarmaron a los actores vestidos de tíos raros de El Señor de los Anillos, pues allí se ruedan los maratones cinematográficos de Tolkien.

Enrique además es un experto mundial en helechos unas plantas casi tan viejas como el mundo, así que sabe de estas cosas. Habría que concluir que las únicas bolsas prehistóricas que se hallaron fueron las del Hiper.

Otra cosa, claro está, es el charquito milenario del Rectorado. El firmante no entiende cómo nuestro Ayuntamiento no ha inaugurado todavía el nuevo segmento del turismo freático e incluido este prodigio de la Naturaleza en el recorrido de nuestros guías turísticos, que hasta la fecha al único enigma que deben responder es por qué nadie hace nada con el ruinoso palacio de Félix Solesio, abandonado a su suerte en la calle Granada.

Hace cosa de un año, el misterio del charco fue recogido en estas páginas. Como sabrán las personas que frecuentan la zona, se encuentra en la esquina izquierda del viejo edifico de Correos, asomado a la avenida de Cervantes. Es tan sólo un retazo de charco que comienza en la esquina del edificio universitario y viene a morir en una cabina de teléfono. Apenas medio metro de agua milenaria y sobre todo, tenaz, porque da igual que desaparezca de nuestra vista durante un par de semanas, por eso de los calores, que resurgirá como Curro Romero.

En este sentido, presenta el mismo comportamiento que la mancha de sangre de El fantasma de Canterville que no se iba ni con agua caliente. El charquito milenario tampoco. Es más, en ese caso aumentaría de tamaño pese a la evaporación.

Un servidor ve este pertinaz misterio de la Naturaleza como la prueba del algodón de que, pasado con creces un siglo desde el relleno de los terrenos del viejo puerto, el agua de las profundidades simbolizada en el charquito nos recuerda los límites de la ciudad antigua.

Pues si cogemos un plano de Málaga anterior al nacimiento del Parque veremos que la zona donde se encuentra este charco secular y cabezón es la parte final del muelle y casi se podían tocar los barcos desde ahí.

El agüita es algo más que un rincón por el que nunca pasan la fregona. Cada vez que peguemos un brinco para saltar el obstáculo o las salpicaduras nos desgracien la ropa, recordemos el simbolismo de este charco. Quizá así nos aplaquemos.

Otra cosa es que fuera una avería de Emasa desde que el príncipe Felipe reinauguró el edificio en la primavera de 2002. En ese caso la leyenda romántica del charquito milenaria se iría a hacer puñetas. Sería como encontrar bolsas del Hiper mientras se perfora la Carretera de Cádiz. De agua prehistórica ni mijita.

Una respuesta a «La persistencia del charquito milenario»

  1. Don Alfonso, para «charquitos» los que se encuentran indefectiblemente cualquier fin de semana en la estación de autobuses del muelle Heredia a primera hora de la mañana. En ocasiones es posible identificar a los autores de los mismos dormidos o adormecidos en los bancos esperando a coger su autobús después de haber estado disfrutando de la noche, aquí en Málaga.
    Comento esto porque son años los que llevo observándolo sin que nadie haga nada y por la vergüenza ajena que siento al ver que un sitio tan transitado por turistas presente ese aspecto… Y ese olor.

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