El fervor y la emoción de los niños de Campanillas que abarrotaron la entrega de premios del certamen de cuentos, un antídoto contra los malos augurios lectores
Cada vez que se aproxima el Día del Libro y la posterior Feria del Libro las estadísticas nos repiten una y otra vez que los españoles vamos camino de transformarnos en un pueblo iletrado que en lugar de con la voz se comunica con el whatsapp, pues aunque en España escaseen los lectores, encabezamos en Europa esta silente forma de comunicación gratuita.
Sólo uno de cada tres españolitos lee con asiduidad, aseguran los últimos números y eso que los estudios consideran libros los mejunjes redactados por o quizás para Belén Esteban, que han tenido decenas de miles de lectores –o al menos de compradores–.
Pero, ¿de verdad vamos camino de convertirnos en burros con la última tecnología a cuestas?, ¿estamos criando unas generaciones que ya no leen sino que zapean y pasan el rato enchufados a los concursos y debates culturales de ese prohombre y ejemplo de varón Silvio Berlusconi?
El panorama, de tan apocalíptico, resulta pelín exagerado. Las bibliotecas municipales en Málaga, por ejemplo, suelen estar llenas y no sólo en época de exámenes. Y ahora que acaba de comenzar la Feria del Libro en el Palmeral de las Sorpresas comprobarán que los malagueños, pese a la crisis, siguen comprando y leyendo en la medida de sus posibilidades.
Hace una semana el firmante asistió al cuarto certamen infantil de relatos que organiza la asociación de vecinos de Campanillas y el centro cultural Antonio Beltrán Lucena –el conocido poeta campanillero también participó– estaba lleno a reventar de padres con niños.
Los ganadores, por cierto, tuvieron la oportunidad de leer los cuentos. Eran niños de 7, 8, 9 años que demostraron tener una imaginación desbordante, capaces de meterse en la alicaída piel, por ejemplo, de Plutón, degradado a planetoide, tras dejar de ser considerado un planeta.
El libro, en suma, y el acto de leer siguen siendo capaces de provocar en los lectores, no importa a qué edad, una explosión controlada que revuelve nuestros cimientos personales. Siempre ha sido así. Cuando a finales del siglo XVI salió la primera parte del Guzmán de Alfarache se convirtió en un éxito inmediato de ventas en toda Europa. Los lectores comprobaban fascinados, al igual que ya ocurrió con La Celestina o el Lazarillo de Tormes, cómo de nuevo un escritor español podía fabular con la realidad, sin necesidad de introducirse en mundos de fantasía.
La conmoción que puede producir un libro, el bienestar que produce la lectura, sigue ahí, inmutable. Los libreros de Málaga trabajan por cierto a destajo para que no decaiga una de las aficiones más maravillosas que existen.
La desbandá
Mañana domingo a las 7 de la tarde en la Feria del Libro Luis Melero vuelve con La desbandá, su emocionante epopeya de la Guerra Civil en Málaga, reeditada por Ediciones del Genal. La presentación, en el módulo-sala Iniciarte, estará a cargo de un servidor y del compañero Ignacio Lillo del diario Sur.