La influencia de Gaudí en el Parque de Málaga

29 Abr

La escondida glorieta de Narciso Díaz de Escovar, diseñada por Daniel Rubio, tiene detrás la clara influencia de Gaudí y cierta confusión con respecto al autor del busto

Ayer hablábamos que la posición agazapada del pasaje de Clemens, en un recoveco de la calle de la Victoria, es lo que posiblemente le ha librado en su mayoría del urbanismo salvaje, y por eso conserva casi todos los edificios originales de finales de 1860 y comienzos de 1870, todo un logro para esta zona céntrica y al mismo tiempo excéntrica.

Ocurre algo parecido con un rincón del Parque de Málaga poco frecuentado y que por tanto no ha sufrido excesivos actos vandálicos.

Puede parecer una contradicción pero en este caso, lo solitario de su condición parecería que lleva consigo cierta invisibilidad. Se trata por supuesto del lado norte, el más pegado al hotel Málaga Palacio. En el imaginario de los malagueños el Parque es sobre todo el lado sur, el más llamativo por su despliegue escultórico y botánico.

Esto quizás es lo que ha permitido que el rincón más recóndito del lado norte se conserve en un relativo buen estado.

Hablamos de la glorieta de Narciso Díaz de Escovar, que originalmente era conocida como la glorieta romana, porque estaba decorada con estatuas de aire clásico cuando la diseñó el famoso arquitecto municipal Daniel Rubio en los años 20. A raíz de la inauguración de un busto de Narciso Díaz de Escovar, en el verano de 1932, con presencia del homenajeado al que le quedaban tres años de vida, la glorieta cambió de denominación.

El busto es obra del joven escultor melillense Juan López López, que entonces tenía 22 años y que firmó lo obra sólo con su nombre, de ahí que en algunos libros se le confunda con su padre, Juan López Merino, escritor malagueño y director de El Heraldo de Melilla. Hasta la prensa de la época confundió los apellidos de padre e hijo.

Daniel Rubio es también el autor de otra glorieta del Parque, la de las Provincias, hoy conocida como la del Fiestero, por la escultura del verdialero de Miguel García Navas.

Lo más llamativo de la exótica glorieta de Díaz de Escovar –arropada por bambúes y palmeras que parecen salidas de La Concepción– es el banco semicircular y ondulante que con sus trozos de mármol de colores evoca con claridad una obra de Gaudí.

Y pese a que el busto de don Narciso llegó años después, el pedestal en el que se encuentra tiene idéntico recubrimiento que el artístico banco corrido.

Y no hay que olvidar la fuente de mármol, sazonada con sátiros en relieve en la taza pero también con unos cartelones en los que puede leerse «Ayuntamiento Constitucional de Málaga», un detalle que suele pasar desapercibido para muchos paseantes.

Y claro que este rincón no se libra de las pintadas, pero la mayoría de las veces suelen ser discretas. En la última visita del autor de estas líneas tanto el busto como el pedestal lucían pequeñas firmas absurdas y eso sí, alguna admiradora le había plantado a don Narciso, cronista oficial de la ciudad, una beso de carmín.

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