Crece el número de carteles, farolas y todo tipo de agresiones estéticas en edificios protegidos del Centro mientras nuestro Ayuntamiento dormita
En una reciente tesis doctoral, el arquitecto malagueño Daniel Barrera alerta de que Málaga puede terminar convirtiéndose en un parque temático del Turismo, y pone como ejemplo del riesgo el aluvión de hoteles, bares y restaurantes que está llegando al Centro. Un aluvión de este tipo, advierte, puede hacer que Málaga tenga en breve los mismos problemas que Barcelona o Venecia y los vecinos del Centro pueden verse obligados a marcharse con la música a otra parte, al comprobar que no están en un entorno vivible sino en un espacio para visitar, comer y marcharse.
Interesantes reflexiones, políticamente incorrectas, en una provincia que enloqueció poniendo ladrillos y que ahora se dispone a poner mesas en idéntica cantidad si se lo permiten.
Es complicado desde luego el equilibrio entre Turismo y vecinos o entre Turismo y Patrimonio, pero de lo que un servidor no tiene duda es de que el Ayuntamiento aboga por exprimir sin muchos remilgos las ubres turísticas en estos tiempos tan duros y que no va a poner demasiadas cortapisas al negocio.
Lo estamos viendo en el Centro Histórico en edificios en teoría con la máxima protección arquitectónica y que están siendo estéticamente agredidos por anuncios y publicidades de tercera regional o en edificios que sin tener protección, se encuentran a un tiro de piedra –o habría que decir de canica– de la Casa Natal de Picasso.
Un ejemplo lo tenemos en la plaza de Uncibay, en un edificio de 1935 de estilo neoracionalista diseñado por el famoso arquitecto Enrique Atencia. Parte de sus volúmenes están tapados por la reproducción, a gran tamaño, de fotos de exóticos platos de comida. Es una pena que después de años de lucha para eliminar los mil y un anuncios que afeaban las calles del Centro, el Ayuntamiento permita la instalación en la fachada de estos platos king size, por muy sabrosos que se intuyan.
En la misma línea, el edificio que ocupaba la manzana de la Iglesia de la Merced, luce varios carteles de colores chillones, uno de los cuales comienza en el lateral de la plaza de la Merced, continúa por el chaflán y termina en la calle Gómez Pallete. Todos los turistas que salen de la Casa Natal de Picasso se topan con este exceso publicitario de dudoso gusto por el sitio en el que se encuentra.
Muy cerca de esta esquina, en el número 12 de la plaza de la Merced, el Ayuntamiento ha permitido que un establecimiento de comidas exóticas instale en este edificio protegido, diseñado por Diego Clavero hacia la década de 1870, ocho farolillos que destrozan la fachada. Y no olvidemos el añadido de una terraza coctelería permitida de forma incomprensible en un edificio de Antonio Baena Gómez en la calle Alcazabilla.
Una fuente municipal comentaba esta semana desilusionada que este tipo de denuncias se las traslada continuamente la Oficina de Rehabilitación del Centro Histórico a Urbanismo…y allí se quedan cogiendo polvo. Si nadie en el Consistorio pone límites racionales el parque temático de Málaga anda cerca.
Yo no se como actuará el consistorio con otras personas o negocios, pero a los que tenemos negocios en plantas altas nos han instado a retirar cualquier tipo de rotulación sobre la fachada. De no hacerlo se abre un proceso sancionador que podría llegar hasta los 12000 euros si mal no recuerdo. Estoy de acuerdo con lo que ese expone en el artículo, aunque también creo que podríamos buscar equilibrio entre el mantenimiento del Centro Histórico, y los que desarrollamos nuestra actividad profesional en Málaga Centro.
Qué pena cuando paseas por Málaga y ves como se está convirtiendo en una ciudad dirigida casi exclusivamente al turista. Como bien dices ahora que se acabó el boom del ladrillo, vivimos del boom turístico que va a terminar por apoderarse de nuestra ciudad.
Y el pasaje de chinitas?,es un vertedero maloliente que ha perdido todo su encanto.