Los parques de Málaga y los consejos de Carlos III 

8 Abr

Mientras el parque de Huelin recibe vallas con el apoyo vecinal, el jardín de Martiricos de la plaza Conde de Ferrería, que ha sido desvallado, no gusta a la asociación

En Europa los grandes parques de las ciudades eran graciosas dádivas reales. Cotos de caza o lugares de esparcimiento de la corte que en muchas ocasiones habían perdido su razón de ser y eran entregados al pueblo.

El Retiro, por ejemplo, se entregó con condiciones: Carlos III permitió que los madrileños entraran y se dieran un garbeo si iban vestidos de forma adecuada y además no olían a zorruno. El Hyde Park de Londres y el Tiergarten de Berlín tienen historias similares mientras que en Viena, en el Lainzer Tiergarten confluyen pasado y presente sin contratiempos: todavía se puede pasear a la vez que se contemplan ciervos y jabalíes.

En Málaga, con su peculiar urbanismo y sin cotos reales por los andurriales, primero vino la ciudad y una vez pasados varios siglos se pensó en hacer un parque. Llegó a finales del XIX gracias a Cánovas del Castillo y los terrenos ganados al mar.

La posibilidad de vallar el Parque la planteó mucho después, en 2006, la Academia Malagueña de Ciencias coincidiendo con la reforma de esta zona y la juerga botellonera en el Paseo de los Curas, felizmente extinta. Hubo muchos pareceres y el Parque siguió como el día de su inauguración. Actos vandálicos haberlos haylos, y no ayuda mucho el que nuestro Ayuntamiento se tire meses sin darle una manita de jabón al recinto musical Eduardo Ocón, pero lo cierto es que con la marcha del botellón, el índice de memeces por metro cuadrado ha bajado de forma notable.

No ha sido el camino seguido por el parque de Huelin. Recuperado para la ciudad después de haber sido depósito de depósitos, valga la redundancia, en lo último que se pensaba era en ponerle vallas (valla perimetral, puntualizan siempre nuestros políticos, no vayamos a pensar que parten los parques en dos). Finalmente, el hecho de que el parque sirviera de albergue al aire libre y algunos rincones, para obrar en consecuencia, animó al Ayuntamiento a vallarlo, con el respaldo de los vecinos.

Con el jardín que hay en la plaza del Conde de Ferrería, en el corazón de Martiricos, ha pasado justo lo contrario. Este espacio, una iniciativa de la asociación de vecinos El Volcán, como deja constancia el arco de entrada, se encontraba vallado hasta fechas recientes.

Como informa la asociación, la propuesta de un vecino de eliminar la valla original (perimetral, sí) fue aceptada por el Consistorio. Lo llamativo es que la medida no ha gustado a la asociación, que señala que tras la retirada de la valla proliferan los dueños asilvestrados que dejan que sus mascotas… obren en consecuencia y luego no se llevan de recuerdo la deposición canina.

Con los parques y jardines, al menos los de Málaga, nunca llueve a gusto de todos y como se ve, para cada zona verde hay que aplicar una receta que no sirve para el resto. En el jardín de Martiricos habrá que pedir a algunos usuarios educación y decoro. Lo mismo haría Carlos III.

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