Junto a las clásicas pintadas folloneras de pandillas hay un buen número de pensamientos de grandes personajes como Voltaire y Sigmund Freud
Cuentan los entendidos que entre algunos concursantes de Gran Hermano Vip se dieron comportamientos bastante menos selectos que los que podemos encontrar en muchos habitantes del zoo de Fuengirola. Pero si este concurso en nada se asemeja al anual Baile de la Rosa en Mónaco, todavía queda esperanza para nuestra especie, aunque no se encuentre en un plató de la cadena amiga.
De hecho, en una placita de Málaga podemos localizar signos que refutan el chiste de que todavía no se ha localizado vida inteligente en nuestro planeta.
No tenemos por tanto que presentarnos en ninguna entrega de los premios Nobel o rastrear los pocos laboratorios españoles en los que todavía sobreviven investigadores para toparnos con una notable actividad de las neuronas. De hecho, basta con que nos demos un voltio por la calle dedicada al alcalde Baeza Medina y aquí haremos un inciso, porque vaya rincón más discreto de Ciudad Jardín conserva la memoria de Emilio Baeza Medina, el primer alcalde de la Málaga de la II República. El caso es que, para compensar, esta callejuela se abre a una placita desangelada si no fuera por un parterre montaraz con yucas que parece no haber visto un jardinero desde que Colón se subió a un barco.
Menos mal que las paredes conservan un número muy apreciable de pintadas que debemos dividir en dos clases: las tribales y las sorprendentes. Al primer grupo pertenecen las pintadas con nombres de adolescentes en las que siempre aparece alguna Saray y el apelativo «las más xulas», como es el caso. Pero este tipo de pintadas abundan más que los paraguas en Santiago de Compostela así que no merecen más atención.
Cuestión aparte son las sorprendentes, que aquí son legión porque lejos de pintar un órgano sexual masculino o cualquier otra memez pasada de moda, el anónimo autor de las pintadas sorprendentes ha expuesto en la pared agudos pensamientos de grandes personalidades de todos los tiempos, con el acierto de no haber incluido a Diego Armando Maradona.
Son pintadas, eso sí, que nos llueven todos los días en las redes sociales, en especial en Facebook, y que sirven, al darles la aprobación (me gusta) para exhibir que captamos toda la profundidad del mensaje y que no somos tan superficiales como algunos seres de la telerrealidad.
Y en esta pared de la calle Alcalde Baena Medina conviven el doctor Freud («He sido un hombre afortunado, nada en la vida me fue fácil») con Charlie Chaplin («Me encantan mis errores, no quiero renunciar a la deliciosa libertad»); Voltaire («Quienes creen que el dinero lo hace todo terminan haciendo todo por dinero») con Jacinto Benavente («Al verdadero amor no se le conoce por lo que exige sino por lo que ofrece») además de Epícteto («No pretendas que las cosas sean como las deseas, deséalas como son»), Bob Marley, Tagore, Dickens…quien no aparece es la ex de Jesulín.
En algunos países de América Latina se pintan los mismos mensajes al parece es un movimiento que pretende promover mensajes profundos o de calado social, aunque algunos de ellos no los tienen. Pero si, ese tipo de expresión popular existe, lo suyo es tener espacios donde se pueden poner, sin estropear nuestra ciudad.