Un agujero naranja oscuro en La Trinidad

26 Mar

Asomados al Guadalmedina, los dos vetustos solares junto a la Peña Trinitaria ofrecen una fachada deprimente que bien podía atemperarse

En el último número de la revista que publica el Centro de Mayores Málaga-Trinidad Eduardo Tornés, antiguo trabajador de la fábrica de Amoniaco que contó sus experiencias hace unas semanas en la sección Mirando Atrás de este periódico, comenta una fotografía en la que aparece lo que considera la «horrorosa vista de los solares adyacentes al convento de La Aurora».

Eduardo propone que por lo menos se coloquen «unos toldos con motivos relacionados con el turismo de Málaga o Andalucía» y acompaña la primera fotografía de un montaje en el que los solares quedan eclipsados por un par de grandes anuncios.

La circunstancia agravante de esta pareja de solares unidos es que muestra su vaciedad delante del cauce del Guadalmedina, así que la parte Este de la ciudad, cuando se asoma al río, tiene esta visión desconcertante y tenebrosa de Málaga.

Potencia esta sensación de fealdad y desamparo la pintura aislante de las paredes para evitar problemas con las casas vecinas, de color naranja oscuro.

Además del edificio de La Aurora, las parcelas tienen justo al lado la peña Trinitaria y la plaza de la Aurora y en el otro extremo un bloque con una tienda de trofeos, de la que parte el entramado de cables negros que, por la ausencia de edificios, se expande de forma alocada por este terrizo. Tanto cable y tanto palitroque cutre (los postes de madera son aquí una institución) recuerdan más bien a una tirolina, pero mejor ni lo intenten.

El interior, por lo menos, se utiliza de aparcamiento, vigilado por un guarda que se resguarda del sol bajo una sombrilla, a la entrada de esta parcela rodeada por un muro.

Esta vista tan deprimente de nuestra ciudad se ha vuelto tan clásica que parece que lleva toda la vida con nosotros y vamos a encontrarla en los grabados de Málaga del XIX.

En fotos aéreas de 1985 todavía se aprecian las dos casas vivitas y coleando. A finales de los 90, la pegada a la tienda de trofeos ha desaparecido y la que linda con la peña Trinitaria aguanta hasta comienzos de este siglo, hasta 2002 ó 2003 pues un año más tarde ya es un solar mondo y lirondo.

Nuestro Ayuntamiento necesitaría plantearse qué hacer con este tipo de dudosos reclamos estéticos de nuestra ciudad. Ocurre lo mismo con el cascajo del palacio de Solesio en la calle Granada. Por mucho que estos espacios estén incluidos en el registro de solares y se cuide de que en su interior no críen los batracios ni las bolsas de basura, son lo suficientemente significativos como para plantearse hacer algo más que exponer sin más su decadencia.

En el caso de este tremendo y veterano agujero en la trama urbana de La Trinidad, cualquier solución que atenúe la inmerecida fealdad del entorno sería bienvenida. Lonas o murales de quita y pon para pintadas artísticas, como los instalados en la calle-plaza Esperanza, en Lagunillas, serían dos posibilidades.

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