Los botarates y el paseo más ignorado de Málaga

19 Mar

Costeada por el plan Feil, hace cuatro años que la rehabilitada ladera de la Alcazaba está cerrada al público por la legendaria descoordinación malaguita

Hay partes de la Alcazaba que no están abiertas al público como ocurre con el barrio militar: las cinco manzanas con ocho casas, en un extremo de la fortaleza, en las que vivía la guarnición musulmana.

Descartadas como viviendas por los primeros soldados cristianos, que prefirieron vivir abajo en la ciudad, el paso de los siglos transformó este rinconcito de la Alcazaba –por el que suele corretear un hábil gato ratonero– en una huerta y han sido precisamente tantas décadas de tierra fértil las que han preservado este barrio.

Lo mismo hay que decir del pasillo verde entre los dos primeros recintos defensivos, repleto de flores por estos días y que alberga dos profundas mazmorras que nada tienen que envidiar a la del Conde de Montecristo.

Pero si estos espacios no reciben visitas turísticas para preservar la zona o por cuestión de seguridad, hace cuatro años que malagueños y visitantes podíamos disfrutar como niños de las vistas al pie de las murallas, en la ladera en la que también descansa el Teatro Romano.

Las vistas que se disfrutan desde ahí son sencillamente maravillosas y resumen como pocas el paso de los siglos de nuestra ciudad: el Teatro Romano, las pilas de garum, la Alcazaba, la Catedral, San Agustín, el Museo Picasso…

Que malagueños y visitantes sigamos privados de esta preciosidad debe de deberse, hablando en plata, a un grupo selecto de botarates que sigue viendo su trabajo como una lucha épica contra la administración vecina que difícilmente pasará a la historia, como no sea la del neosurrealismo.

Estamos ante una pifia administrativa del tamaño de los merenderos ciclópeos de La Malagueta que nos han desgraciado las vistas para el próximo medio siglo. Porque hay que alcanzar los niveles más altos de incompetencia para conseguir que el Gobierno Central invierta 600.000 euros en construir una innovadora pasarela de acero corten integrada al milímetro en la ladera de la Alcazaba, para luego comprobar que este paseo que daría un atractivo enorme a la ciudad no se puede abrir.

No le den más vueltas, la Alcazaba depende del Ayuntamiento y el Teatro Romano de la Junta de Andalucía. Hasta que estas dos administraciones no se pongan de acuerdo en cuestión de seguridad, entre otras cosas para evitar que el Teatro Romano se convierta en un botellón, el paseo no se abre… y así lleva desde finales de 2010, cuando acabó la rehabilitación de la ladera, un trabajo estupendo del arquitecto Iñaki de la Fuente que además quedó finalista en un concurso andaluz de Arquitectura.

Los únicos que entran a esta novedad sin visos de abrirse al público son los vándalos, organismos pluricelulares que cada cierto tiempo dejan pintadas y botellas de souvenir existencial.

A punto de que sendas elecciones renueven el Ayuntamiento y el Parlamento andaluz, ¿tendrán nuestros políticos la inteligencia suficiente como para coordinarse y abrir de una vez este incomparable paseo? Los botarates ya cumplieron su papel.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.