Reconversión artística de un viejo solar con ratas

10 Mar

Tras tres años de protesta vecinal el solar más problemático de la calle Coto de Doñana ha sido limpiado y transformado en una sugerente obra de arte

La fauna que durante años ha pululado en la calle Coto de Doñana, en la zona de Lagunillas, ha sido la clásica que podía encontrarse en una película de terror, especialmente en un castillo tenebroso con sótano empantanado.

Así, pese a llevar el nombre del famoso Parque Nacional, que no esperara el paseante el avistamiento de flamencos, si acaso de nubes de mosquitos en verano y que no se hiciera ilusiones de ver ningún lince, aunque no tendría problema alguno en localizar veloces ratas.

Como ven, no estaba para anunciarse en ningún folleto turístico, ni siquiera uno de Transilvania y los vecinos capeaban el temporal de vivir en una calle tan funesta a base de insecticidas y trampas para roedores.

El culpable de tan escabrosa situación la tenía un solar tapiado en la esquina de Coto de Doñana con la calle Vital Aza. Este periódico contó la larga lucha de los vecinos para que alguien lo limpiara y con ello la fauna saliera por patas.

Desde 2009 a 2012 los vecinos reflejaron sus penurias en La Opinión. Ya no eran sólo las picaduras de mosquitos que la señora Dolores tenían en las piernas todos los veranos, estaba el caso del vecino de la casa contigua al solar, en cuyo murete de la terraza había instalado, como en los dibujos animados, toda una infantería de trampas para ratas. Ni que decir tiene que el abandono propiciaba que algunos arborícolas lanzaran dentro la basura, con lo que el problema aumentaba.

Tres años después de la primera denuncia, el Ayuntamiento se decidió a intervenir, después de constatar que la propietaria del solar vivía bastante más allá del quinto pino, en concreto en Ciudad de Méjico. El Consistorio limpió el terreno de forma subsidiaria y luego envío la factura al distrito federal.

Así que si tres años más tarde usted pasea por esta fatídica esquina, no tema encontrar la fauna antes descrita. El solar sigue ahí, eso es cierto, pero para empezar sus dos paredes han sido reconvertidas en sendas obras de arte, una de las muchas intervenciones artísticas que están dando color a la zona de Lagunillas a la espera de tiempos mejores.

En una de ellas, una joven duerme sobre una montaña de frutas, mientras del cielo caen racimos y naranjas (de pequeño tamaño, ojo). La otra pintada, rosa y roja, con siluetas blancas, es casi un espectáculo de circo y también ha envuelto en colores un poste antediluviano que reparte por esta esquina su buen cargamento de cables –un espectáculo que los directivos 2.0 de las grandes compañías de teléfono y electricidad deberían contemplar para que recordaran las toneladas de cutreces que todavía quedan por retirar de las calles de España–.

Y en el centro del solar, de un árbol podado cuelga el colorido armazón de una canoa, un objeto que habría encantado a Picasso. Reconversión artística absoluta de lo que antes era un rincón de Málaga echado a perder. Felicidades.

Nota: El autor de estas líneas se toma un descanso, merecido o no, hasta el miércoles 18. Hasta la vuelta.

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